" Te juzgué melón y me resultaste calabaza "
Es sorprendente la cantidad de veces que la literatura e incluso la cultura popular nos recuerda la calabaza. ¿Quién no sabe que la maravillosa carroza que lograron hacer las hadas madrinas con su magia, para que Cenicienta llegara a tiempo al baile de su príncipe azul, era la calabaza más grande del huerto?
¿Cómo olvidar a la calabaza Ruperta que nació de la imaginación del genial Chicho Ibáñez Serrador, la gran protagonista del famoso programa televisivo Un, dos, tres....que anunciaba que los concursantes se irían a casa sin ningún regalo?
Y no dejemos atrás el uso de las calabazas en la festividad de los difuntos, donde se las tallan e iluminan siguiendo la ancestral tradición de la cultura celta llegada desde Escocia e Irlanda, cuyo objetivo era ahuyentar a los malos espíritus, hoy en día intentando asustar a niños y no tan niños dándole una imagen de rostro terrorífico.
Y cuantas, cuantas calabazas se llevaron a casa los simpatiquísimos y a la vez terribles "Zipi y Zape", famosas sus historietas en las que suspender eran "premiados" con una enorme calabaza.
La calabaza asociada al fracaso escolar, también unida al fracaso sentimental...¿Quién no ha recibido o dado, o escuchado que han dado calabazas a alguien en alguna ocasión?
Y ésa negatividad, ésa connotación a la pobre calabaza le viene de antiguo, nos lleva hasta la Antigua Grecia. He leido que la calabaza entonces era considerada como "antiafrodisiaca" y se suministraba para bajar o anular la líbido; hecho éste que incluso llegó a la Edad Media usándose sus semillas durante las oraciones al mismo tiempo que tenían la creencia que al comerlas alejaban los pensamientos impuros.
En la época del Imperio Romano (en latín el nombre de la calabaza es "cucúrbita"), ya era famosa la expresión "caput cucurbitae" que viene a significar "cabeza de cucúrbita" sinónimo de "vacío de ideas" o "cabeza hueca"; de ahí que la calabaza en gran medida esté asociada al fracaso escolar, su vaciedad simboliza también la frustración, por lo que nos llega la famosa frase de "dar calabazas", o sea no dar nada, un vacío.
Cultivada desde épocas remotas, habiendo constancia de que los antiguos egipcios ya la consumían, su cultivo estaba extendido por Asia, desde donde parece que llegó al continente americano, siendo fuente de alimentación desde hace más de cinco mil años.
Por lo visto, en un principio la calabaza se cultivaba para el aprovechamiento de sus semillas más que para ser consumida como hortaliza, pero ésta costumbre fue desapareciendo a medida que surgieron variedades con más pulpa y sabor más afrutado. Existen más de 850 especies de ésta baya de cáscara dura: calabazas de invierno, de verano, blandas, duras, comestibles, no comestibles, lisas, con verrugas, naranjas, verdes, blancas, amarillas, a rallas, con manchas, redondas, aplanadas, alargadas, con forma de botella o cacahuete......
La pobre calabaza, a través de los siglos han sido condenadas a un eterno vínculo con finales tristes o expresiones poco positivas como que te den calabazas, pero en cuanto a gastronomía el hecho de que den calabaza resulta apetitoso. Nada más hay que disfrutar de ésta receta tradicional malagueña, típica de la maravillosa Comarca de La Axarquia, que hoy les animo a preparar en "Mi Cocina".
¿CÓMO LA HICE?
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
Medio kilo de calabaza (ya pelada y cortada en trozos), una morcilla serrana pequeña, una rebanada de pan, 50 gramos de panceta (bacon) cortado en trozos pequeños, un diente de ajo grande, dos cucharadas soperas de vinagre de vino, una cucharada sopera de orégano, una cucharada sopera de pimentón dulce (pimiento molido), medio vaso de agua, sal y aceite de oliva virgen extra.
LOS PASOS A SEGUIR:
Pelar y trocear el ajo. En una sartén echar tres cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra y freir los trozos de ajos hasta que estén dorados (con cuidado de que no se lleguen a quemar, amargarían).
Retirar la sartén del fuego, sacar los ajos y en el mismo aceite diluir el pimiento molido.
Reservar los ajos y el aceite con el pimentón por separado.
En otra sartén, con dos o tres cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra freir la rebanada de pan. Una vez esté dorada, sacarla de la sartén y dejarla en un plato incorporándole un poco de agua.
En un mortero echar la rebanada de pan, el vinagre, los ajos fritos y el orégano, machacando todos los ingredientes hasta conseguir una pasta lo más fina posible.
Incorporar en la sartén donde se ha frito el pan dos cucharadas soperas de aceite y sofreir los trozos de bacon. Cuando estén doraditos, incorporar la morcilla cortada previamente en rebanadas y dejar que se hagan por ambos lados durante unos segundos.
Retirar el bacon y los trozos de morcilla, reservándolos por separado.
En el mismo aceite morear durante un minuto los trozos de calabaza,
añadiendo el agua y dejando cocer la calabaza durante unos cinco minutos aproximadamente
Dejar hasta que ésta esté blanda y se haya evaporado el liquido; cuidando de que no se haga puré.
Cuando la calabaza esté tierna, añadir el bacon, el aceite con el pimentón diluido, el majaillo y salar al gusto, mezclando y removiendo bien todos los ingredientes, dejando pochar a fuego lento todo el conjunto uno o dos minutos.
A la hora de servir, incorporar los trozos de morcilla.
¿A que así, con ésta receta, ya pueden dar calabazas?