En el maravilloso mundo de las guarniciones, las zanahorias están infravaloradas, te lo digo yo.
Que sí, que las patatas son muy buenas y le gustan a todos (y yo soy la primera que se las pongo a todo), pero vamos a reconocer que de color andan un poco pálidas. Sin embargo las zanahorias glaseadas tienen un color divino y quedan tan bonitas en una guarnición de verduras para un plato con carne o pescado que quiero reivindicarlas en esta entrada. Y lo más importante es que están riquísimas con ese puntito dulzón que a mí me encanta.
Para hacer zanahorias glaseadas enteras, necesitas zanahorias tiernas, esas que se venden en un manojito con su tallo y sus raíces, delgaditas y perfectas. Si quieres hacer zanahorias grandes tendrás que cortarlas en rodajas, no quedan tan bonitas pero salen igual de ricas.
Ingredientes:
- 1 manojo de zanahorias tiernas
- 1 cucharada de aceite de oliva suave
- 1 cucharada de mantequilla
- 1 vaso de agua
- 1 cucharada rasa de azúcar
Elaboración:
1. Pelar las zanahorias con un pelador para quitar la menor cantidad de piel, porque estas zanahorias son bastante finitas. Yo les quito el tallo porque cocinado se queda mustio y no merece la pena.
2. En una cazuela con agua hirviendo las cocemos 10 minutos.
3. En una sartén amplia en que la que quepan sin amontonarlas ponemos a calentar el aceite y la mantequilla. Cuando se derrita la mantequilla echamos las zanahorias y las dejamos rehogar unos minutos.
4. Añadimos el vaso de agua y el azúcar, bajamos el fuego y las dejamos que se terminen de hacer lentamente. Si se consume el líquido, añádele un poquito de agua hasta que estén hechas.
Las zanahorias tienen que quedar al dente, pínchalas de vez en cuando para comprobar que no se te pasen.¿Has visto qué color y qué brillo?
¡Hasta mañana!
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