¡Se acabó el llegar de hacer la compra y colocarlo todo a prisas! Vamos a aprender a hacerlo bien. En realidad, es muy sencillo y sólo es cuestión de organización.
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Para empezar, la nevera debe estar siempre limpia y los alimentos deben colocarse de forma ordenada, no amontonados.
Con ésto no quiero decir que todos los días limpiéis la nevera, con dedicarle un ratillo a la semana será suficiente. Podéis aprovechar que llegáis con la compra semanal y, antes de colocarla, limpiar las posibles manchas de vertidos y revisar la caducidad de los alimentos que ya había en su interior.
Un truco que a mí me resulta útil es colocar en la parte delantera los alimentos que van a caducar antes, de esta forma los tendremos más visibles y cada vez que abramos la nevera tendremos presentes que deben ser consumidos a la mayor brevedad posible.
Al colocar los alimentos, hay que tener en cuenta que la nevera consta de diferentes zonas en las que la temperatura es diferente. De su correcta colocación dependerá que los alimentos nos duren más en perfecto estado.
Hay tres zonas diferenciables:
La parte superior y la puerta. Son las zonas menos frías de la nevera y en ellas debemos colocar aquellos alimentos que no requieren frío para su conservación. Por ejemplo: bebidas, mantequillas, salsas envasadas o mermeladas.
En la parte media, es algo más fría que la anterior. En ella guardaremos los alimentos envasados en los que se especifique "Una vez abierto, consérvese en frío", tales como leches y embutidos.
La parte más baja es la más fría y en ella debemos colocar pescados y carnes frescas. Es importante que los guardéis bien envasados o envueltos para que no derramen sus jugos que, además de ensuciar, produzcan olores desagradables al abrir la nevera.
Las neveras suelen tener cajones que están destinados a guardar en su interior frutas, verduras y hortalizas. Es aconsejable guardarlas sin plásticos ni envases, de esta forma la humedad no se acumulará y durarán más.
Otra de las cuestiones que hay que controlar acerca de los alimentos es su durabilidad dentro de la nevera. Para ello hay que tener en cuenta estos plazos aproximados:
Los pescados y carnes frescos, aguantan unos dos días. Si prevéis que no vais a utilizar durante ese tiempo la carne o el pescado, es conveniente que lo paséis al congelador dentro de bolsas aptas para congelar y etiquetados con la fecha en que se congela.
Las carnes y pescados cocinados, aguantan entre dos y tres días. Igual que en el caso anterior, podéis congelar en tapers los pescados y carnes cocinadas para que duren más tiempo.
La verdura cocida dura algo más, hasta 4 días.
Las conservas abiertas, de cuatro a cinco días.
Los huevos de dos a tres semanas.
Lácteos y otros productos que nos venden refrigerados habrá que tener en cuenta su fecha de caducidad.
*Tened en cuenta que, no es lo mismo "caducidad" que "consumir preferentemente antes de". La fecha de caducidad es la fecha a partir de la cual no debemos consumir ese alimento. En cambio, si en un alimento nos encontramos con que en el envase no ponen "consumir preferentemente antes de X fecha" significa que ese alimento sigue siendo comestible pero que es posible que pierda alguna de sus cualidades.
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