En el año 1994 quedé cautivada por el Reino de Siam, me enamoré de Thailandia, de su cultura, de sus paisajes, desde sus mares azules turquesas y arenas doradas, hasta frondosos bosques , rios, de su gastronomia, de su gente con su calmado modo de vida, basada en los principios budistas, que propician un clima de tranquilidad y amabilidad, siempre con una sonrisa y las manos unidas aunque saluden a un extraño.
Era la primera vez que visité éste maravilloso pais, donde la rica herencia cultural se une a la modernidad más avanzada.
La ciudad de los Angeles, Bangkok, donde relucen los dorados templos budistas con el sol tropical, con sus jardines, mercados acuáticos, los viveros repletos de orquídeas, el navegar por su gran rio Chao Phraya, ciudad donde se combina todo el exotismo más oriental con los grandes rascacielos, el caos del tráfico, multitud de comercios y puestos callejeros de comidas tipicas del pais.
La cocina thailandesa no es sólo aromas y sabores exóticos es sobre todo el arte de presentar los platos, el arte de adornar, sobre todo las espectaculares tallas de verduras y frutas.
Tailandia importó de China en el año 1364 el arte de tallar alimentos; técnica usada en China hace más de 2000 años.
Una frutería en Thailandia es un lujo repleto de frutas desconocidas para la mayoría de los occidentales, ya que este país asiático es un verdadero paraíso en este sentido.
Los thailandeses suelen terminar sus comidas con tan solo un surtido de sus fantásticas frutas: guayabas, piñas enanas, lichis, rambutan, durian, mangostán, la fruta del dragón, la fruta estrella (ma-fueng), papaya, mango y un largo etcétera.
La palabra mango proviene del tamil “mangay” (El tamil es una de las lenguas más antiguas del mundo con 2200 años de historia. Sus orígenes no son bien conocidos, pero se desarrolló y floreció en la India).
Mangay derivó por influencia del portugues en manga. El mango procede del sudeste asiático, concretamente Birmania, Thailandia e India.
Los primeros textos donde se describe esta fruta están escritos en sanscrito y fueron encontrados en India hace 6000 años.
El mango se cultiva en Málaga y Granada, donde es conocido como "melocotón de los trópicos", por lo que hoy en dia es habitual encontrarlos en nuestros mercados y no suele faltar en “Mi cocina”.
En Thailandia no hay productos lácteos, así que los tentadores postres occidentales con crema, nata (crema de leche) o chocolate sencillamente no son tradicionales, aunque la receta de este riquísimo postre la obtuve de mi libro de recetas de Thailandia, donde indican que es un plato “tramposo” al llevar yogur, vamos una maravillosa fusión de oriente y occidente.
¿Cómo lo hice?
Pelar y trocear el mango (preferible que esté bien maduro) y reservar unos cuantos trozos.
Poner en el vaso de la batidora la mitad del mango, un yogur griego, una cucharada de azúcar morena y otra de jengibre en polvo y batir procurando que quede lo más fino posible.
Agregar los trocitos de mango y mezclar bien.
Echar la crema en los recipientes individuales donde se vayan a servir y guardar en el frigorífico.
A la hora consumir, espolvorear la superficie con azúcar moreno y quemar con el soplete de cocina.
¡¡ Disfruten de un buen fin de semana !!
Antes viajaba para ver en los demás la parte diferente; ahora viajo para conocer en qué nos parecemos. Ningún lugar defrauda cuando es la emoción la que guía al viajero. Viajar enriquece siempre, abre la mente a otros mundos.
Javier Reverte. Viajero y escritor