Agua, harina, masa madre, sal y aceite. Y paciencia, mucha paciencia. Ahí radica el secreto de una buena focaccia hecha con masa madre. Lo de la paciencia está justificado porque hay que respetar los tiempos de levado. Anteriormente ya habíamos hecho otras focaccias, una de aceitunas negras y otra de tomates cherry. Como gustaron a la familia y a los amigos, hemos repetido pero esta vez la hemos hecho de uvas y queso por aquello de seguir el refrán que dice “uvas con queso saben a beso”. Lo cierto es que está de rechupete.
RECETA
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INGREDIENTES
350 g de agua
100 g de masa madre activa
500 g de harina de fuerza (12% de proteína)
10 g de sal
Aceite de oliva virgen extra
PREPARACIÓN
Mezclar el agua con la masa madre. Añadir la harina y la sal y mezclar. Tapar con film y dejar reposar durante una hora.
Con las manos húmedas hacer pliegues desde los laterales hacia el centro.
Volver a tapar de nuevo y dejar reposar durante 20 minutos. Repetir la operación de pliegues con descansos de 20 minutos tres veces más. A medida que se hacen los pliegues la masa se vuelve más lisa.
Dejar reposar durante una hora y cuarto y ponerlo toda la noche en la nevera.
Sacar de la nevera y dejar atemperar durante una hora a temperatura ambiente.
En una bandeja de horno untada con bastante aceite la base y los laterales y poner la masa. Con las manos untadas en aceite alisar para que quede el mismo grosor en toda la focaccia.
Cubrir y dejar reposar hasta que leve. Poner abundante aceite encima y hacer hendiduras con los dedos.
Precalentar el horno a 220º. Hornear durante 20 o 30 minutos calor arriba y abajo.
PREPARACIÓN
Sacar la masa madre de la nevera. Poner 30g de esa masa con 45g de agua tibia y 60g de harina. Mezclar bien y dejar que duplique o triplique su volumen en un lugar cálido. Según la temperatura de la cocina puede tardar incluso seis horas en levar.Cuando esté activada ya podemos hacer la masa de la focaccia.