Cogidos de la mano por costumbre, cada uno encerrado en sus pensamientos
Le llamaban su "restaurante favorito" también por costumbre
Hacía tiempo que habían perdido la ilusión de ir juntos
Iban, se sentaban, pedían, comían y se marchaban
Conversación sin fondo, sonrisas amables que se borran enseguida
Seguían yendo porque ya sabían lo que pedirían, no habría preguntas sobre qué vino tomar. Era todo mecánico. No habría charla forzada
A ninguno de los dos se les veía infelices, ni amargados, ni siquiera enfadados con el otro
Era una pareja como tantas, bien asentada en la rutina de muchos años. Como muchas parejas que se respetan y conviven con la amabilidad
¿Hay cariño? Si, por supuesto
Las mariposas en el estómago hace mucho tiempo que salieron volando. Las miradas embelesadas, las muestras de amor en público, las caricias infinitas con cualquier excusa
Claro que, con la desaparición de todo eso, se ahorran también las discusiones eternas, los enfados absurdos
Ahora se conocen y se dejan llevar suavemente
Dice una canción que el amor verdadero es tan solo el primero, los demás son solo para olvidar
Ella llegó a olvidar a su primer amor. Lo enterró en montañas de cotidianidad
De vez en cuando le viene a la memoria, furtivamente, sin querer. Enseguida lo echa, le da un manotazo, porque sabe que en su situación, con un matrimonio como el suyo, ese tipo de pensamientos puede arraigar, porque no hay nada a lo que agarrarse
Ni mariposas, ni sonrisas cautivadoras, ni besos que le nublen la mente
Así que era ella la que debía echarlo fuera
Cuando se lo encontró en su restaurante favorito, lo saludó, le dio dos besos, lo presentó a su marido y en dos minutos se pusieron al día por pura cortesía
Pero la brecha ya estaba abierta y aquella noche dejó entrar cada recuerdo con él y no tuvo ganas de luchar por echarlos
No tuvo que hacer nada por verlo de nuevo. A los dos días la llamó para tomar café
Y volvieron las mariposas, las miradas embelesadas, las caricias por cualquier motivo y alguna que otra muestra de cariño en público
Si se deja llevar, puede estar a punto de perder la tranquilidad y la estabilidad de su matrimonio, por una segunda parte de una historia que no acabó bien
Prefiere sentirse viva de nuevo aunque solo sea por unos meses
Y apuesta por la segunda parte con todos los números en su contra
PD Relato inspirado por Alexia Yuste
INGREDIENTES
300 g de harina
150 g de mantequilla en pomada
75 g de azúcar
1 huevo
1 pizca de sal
Mermelada de albaricoque
Mermelada de naranja amarga
ELABORACIÓN
Dejar reblandecer la mantequilla hasta que tenga textura de pomada
En un bol poner el azúcar y la mantequilla
Amasar hasta que se vea cremosa
Añadir el huevo, la harina y la sal
Mezclar con las manos hasta conseguir una masa lisa y homogénea
Envolver la masa en papel film
Dejar reposar 20 en la nevera
Dividir en dos mitades iguales
Colocar una de las mitades de la masa entre dos papeles de horno
Estirar con un rodillo en un rectángulo de unos 4mm
Untar el rectángulo con una de las mermeladas con una capa fina
Con la ayuda del papel horno, enrollar
Envolver el rulo en papel film
Congelar durante 1h
Repetir la misma operación con la otra mitad de masa
Pasada la hora de congelado, cortar los rulos en rodajas de 15cm
Precalentar 5 el horno a 180º
Colocar en un tapete de silicona o encima de una hoja de papel horno en la bandeja de horno
Hornear a 180º 10-12
Receta adaptada de la revista Postres Lecturas nº26 pág.110