Estamos ya a mediados de agosto (como pasa de rápido el tiempo, eh!) y como es normal, a éstas alturas del año el calor se hace notar. Y todos sabemos que aunque pasamos el año entero cuidándonos, reteniéndonos de comer según qué cosillas, llega verano y caemos en la tentación. Nos apetecen más comidas fresquitas, suaves al paladar….y qué mejor que un rico helado?! Y ahora mismo hay múltiples sabores a nuestro alcance: de leche merengada, de aguacate, manzana, piña colada, de mojito, etc. Además de todos los “polos” habidos y por haber: los conos, los cremosos, los de hielo…. Pero creo que entre tanta variedad al final los clásicos son los que siguen siendo los favoritos: de chocolate, de nata (crema de leche), de fresa o como el que os quiero enseñar yo, el de vainilla.
Es la primera vez que me he decidido a hacer en casa un helado. Y si no lo he hecho antes no es por pereza (o si :P ) , pero lo cierto es que a quien preguntaba me respondía lo mismo: “Uffff, sin una heladera es muy difícil”; “Tienes que estar durante 4 horas removiéndolo constantemente….” y comentarios por el estilo. Pero, una vez más, en Internet me han solucionado las cosas. He encontrado mogollón de páginas y de recetas diferentes de como preparar un helado casero, y si es cierto que hay muchas que dicen de removerlo cada 15 minutos al menos las 2 primeras horas, para que quede un helado cremoso. Pero también hay otras tantas que te explican paso a paso y trucos para tener el mismo resultado sin tanto esfuerzo. Y éstas son las que me han gustado! Recetas fáciles, sencillas de preparar y con buenos resultados, para poderlas compartir con vosotros y que todos podamos realizarlas en casa.
Solo se van a necesitar éstos ingredientes, para tener 1 litro de helado (aproximadamente). Así que toma nota:
400 gr de leche condensada
30 ml de extracto de vainilla
30 ml de licor (opcional)
500 ml de nata (crema de leche)
Como podéis comprobar, ésta vez no vamos a usar azúcar, ya que la leche condensada es dulce de por sí. No pretendáis añadir azúcar a todos los postres si no hace falta! Una cosa es ser goloso, y otra ya es pasarse! Jejeje Y, aunque yo he usado whisky en la elaboración (es lo que más a mano tenía), se puede usar cualquier licor que queráis: uno “neutro” como el vodka o uno que le de un toque especial, como un buen ron. Aquí podéis optar también en no usar ningún licor (y más si van a comerlo los peques de casa), pero he leído que aporta más cremosidad al helado y ayuda a que no se formen cristales, por lo tanto no estará tan duro a la hora de servir. Como siempre os digo, a vuestro gusto.
Pero vamos a la preparación, no? Vamos a mezclar en un bol la leche condensada con la esencia de vainilla y el licor (si al final habéis decidido ponérselo). Cuando esté todo bien integrado y homogéneo, reservamos la mezcla. Y en un bol más grande vamos a montar la nata (crema de leche), con unas varillas eléctricas, hasta que se formen piquitos bastante duros. Recordad que para que tenga una buena consistencia, la nata (crema de leche) debe de tener un mínimo de 35% de materia grasa, porqué si es de menos, os va a costar la vida en que monte, y si lo consiguieráis no quedaría lo suficientemente firme.
Bueno, seguimos con lo nuestro. Hay que añadir la mezcla de la leche condensada a la nata montada (crema de leche). Ésto hará que baje un poco la firmeza de la nata (crema de leche), pero hay que seguir batiendo durante al menos unos 5 minutos más, para que vuelva a subir. Utilizad una velocidad media-alta, para incorporar aire a la mezcla (que aunque no sea un ingrediente, si que es importante también para que no se formen cristales). Y ya tenemos nuestro helado preparado, solo que le falta un poco de frío! Poner la mezcla en un recipiente apto para el congelador, con papel film tocando en la superficie (no queremos crostas de ningún tipo), y la tapadera.
Hay muchos sitios que recomiendan que sea un recipiente metálico, más ancho que profundo, para que haya más superficie en contacto con el frío y tengamos nuestro helado más rápido. Pero por lo que he podido leer, solo nos va a agilizar una media horita el trabajo. Así que como prefiráis. Uséis el recipiente de metal o de plástico, hay que dejarlo en el congelador un mínimo de 5 horas, siempre teniendo en cuenta lo potente que éste sea.
Usarlo para acompañar unos brownies recién hechos, para darle el toque a ese carpaccio de piña, para comerlo en corte (entre obleas de galleta) o simplemente en bolas, como he hecho yo, o como más os guste! Para acabar de darle un toque, le he añadido un chorrito de caramelo líquido por encima….y está espectacular! De sabor muy suave pero con el gustillo justo del whisky y la vainilla.
Y un extra que os digo: podéis utilizar la misma receta para hacer un helado de nata (crema de leche). Solo habrá que olvidarse de la esencia de vainilla, y en éste caso si se usa algún licor, siempre mejor que sea uno neutro! Así que al final tenéis dos recetas al precio de una. No se puede pedir más, verdad?
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