Volvemos con otra entrega de TITANES DE LA COCINA. Ese lugar donde valoramos a los cocineros más ilustres y conocidos y comentamos un poco lo que hacen y por qué son unos titanacos.
Pues bien, hoy hablamos sobre uno de los cocineros más conocidos por todos y a la vez odiado por muchos otros. Vale, sabemos que sus chistes son un poco plastiquete, pero lo que ha conseguido este hombre, no lo había conseguido nadie en España.
Y es que no es fácil meterse en los televisores de tantas madres, abuelas, marujas y gente aburrida, durante tantos años. Este hombre ha conseguido que todo el mundo cocine. Ha conseguido que con pocos ingredientes, variemos nuestro recetario de una manera sustancial. Aboga por una comida mediterránea y variada; y si lo que quieres es perder peso, recomienda la dieta CLM (Come La Mitad).
Para colmo, parece un tipo simpático. Es el prototipo de vasco llano y bonachón, que es capaz de darle a diestro y siniestro al gobierno de turno y decirlo abiertamente en su programa. Y hablando mal y pronto, las consecuencias se la sudan.
Sus chistes son infumables, de acuerdo, pero ha protagonizado una de las mejores escenas gastronómicas del cine español. Fue en Airbag. Digo también que Airbag, aun siendo un icono del cine español, es una peli de mierda; NO LA VEÁIS. Pero la escena está salá
Tiene una marca de aceite de oliva y de txacolí (que para los que no lo sepan es un vino muy típico del País Vasco) que se vende por cierto a precio de tinta de impresora. No se me ocurre comprarlo, pero si algún día soy rico o en su defecto político, lo probaré. Pero vamos, que no debe ser nada malo si lo usa Martín Berasategui entre otros para su día a día.
Y dicho esto, solo podemos calificarlo con un PA (Progresa Adecuadamente) y le damos la distinción de titanaco de la cocina. Un día espero poder cumplir mi sueño en la vida y poder salir de fiesta con este hombre. (No os lo creáis, tengo más aspiraciones en la vida. Lo digo porque siempre hay algún capullo que salta, Pues si ese es tu sueño, menudo sueño de mierda) Ale, a cocinar, filibusteros, que el mundo se va a acabar