Estoy peligrosamente enganchada al bordado. Es una afición que comencé cuando tenía unos doce años y a la que solo le podía dedicar los meses de vacaciones. Mi madre no me permitía agarrar el bastidor durante el curso escolar, así que imaginaos mis ganas de continuar ese cuadro que había dejado empezado el verano anterior.
A medida que fui creciendo, lo agarraba algún fin de semana. Pero, en ese caso, ya no era mi madre, sino los exámenes y el trajín del curso los que me impedían desconectar a base de puntadas. A ratos sueltos, bordé cuadros a punto de cruz como para decorar media casa (literalmente), cada cual con mayor dificultad. Pero lo dejé. De un año para otro prácticamente me olvidé. Ya con 20 años me metí muy de lleno en el crochet, me enamoré de los amigurumis (muñecos de lana tejidos con la técnica del ganchillo), me entró la fiebre repostera y el bordado quedó en el olvido.
Tuvo que llegar la maldita pandemia para que rebuscara en el armario y sacara del baúl de los recuerdos los dos cuadros que dejé empezados (y casi, casi terminados) seis o siete años antes.
Huelga decir que los terminé y supusieron mi reencuentro con ese hobby que tanto me gustaba y al que dedicaba buena parte de mis veranos de adolescente.
Aunque más que “reencuentro” tendría que llamarlo “enganche”. Porque me declaro adicta al punto de cruz. Además, estoy probando a bordar en otros tipos de hilos y telas. ¡Y hasta estoy aprendiendo bordado tradicional!
Ojalá no se pierda nunca este arte, porque es maravilloso.
Y tras esta chapa de costura, que justifica, en una pequeña parte, mi ausencia en el blog este verano, os traigo la recetuqui más votada en mis IGStories: los fondants de almendra y frutos rojos, unos tiernos pastelitos, con una ínfima cantidad de azúcar (tanto es así que, como se me va tanto la pinza y pruebo no-sé-cuántas-recetas, os anuncié que eran sin azúcar y no es cierto, contienen azúcar, perdonadme mi ida de olla), con una textura ultra jugosa, debido a la adición de queso crema y almendra molida dentro de la masa. Son una locura de ricos. Sanotes, nutritivos e ideales para darnos un capricho a la hora del postre o la merienda. Y, por supuesto, como todas las recetas que comparto con vosotros, ultrasencillos de preparar. ¡Espero que os gusten y los disfrutéis mucho!
Mini fondants de almendra y frutos rojos:
INGREDIENTES (para 8 unidades)
130g de queso crema
100g de frutos rojos frescos
2 huevos M
50g de harina de trigo
55g de harina de almendra
20g de azúcar glas, y un poco más para decorar
1 y 1/2 cucharadas de miel de flores
Un chorrito de zumo de limón
Pizca de sal
PREPARACIÓN
Precalentamos el horno a 180ºC y engrasamos 8 moldes de silicona para magdalenas.
Separamos las claras de las yemas.
Batimos estas últimas con el azúcar y la miel.
Incorporamos el queso crema y mezclamos hasta deshacer los grumitos.
Añadimos las harinas y volvemos a batir hasta integrar.
Montamos las claras a punto de nieve con la sal y el zumo de limón. Las agregamos con movimientos envolventes a la preparación anterior.
Repartimos la masa entre los moldes, repartimos la fruta por encima y horneamos 25 minutos a 180ºC.
Una vez fríos, los desmoldamos y les espolvoreamos un poquito de azúcar glas.
VALORES NUTRICIONALES POR UNIDAD (salen 8):
Cal: 168Kcal
HC: 15g
P: 4,8g
G: 10,3g
Fibra: 1,5g