Estos mejillones salvajes, el auténtico mejillón de roca que tenemos en el Mediterráneo no se comercializa, ni se debe consumir por no estar depurados.
Los mejillones son moluscos bivalvos filtradores, se alimentan de los seres vivos que se encuentran en el agua, por lo que si existen toxinas tóxicas producidas por ciertas formas de fitoplancton, éstas se acumulan dentro del animal y pasan al hombre pudiendo provocar diversas enfermedades, algunas de ellas pueden ser mortales.
Es por ello, por lo que es conveniente consumir los cultivados, ya que pasan una cuarentena en depuradoras donde se controlan las aguas.
Es imprudente y arriesgado consumir mejillones salvajes, a lo que hay que sumar la devastación que produce el dejar los roqueos sin vida, ya que rompen la cadena alimentaria tanto de peces como de cefalópodos, de los cuales se alimentan.
Aconsejo igualmente que al consumirlos, mientras se limpian, se tiren los rotos y aquellos que estén abiertos y no se cierren al darles un golpe.
Deben desechar tambien aquellos que a pesar de la cocción permanezcan cerrados, señal de que estaban muertos.
En nuestras costas tanto la Atlántica como la Mediterránea tenemos riquísimos y hermosos mejillones, siendo una industria la de la Acuicultura de España una de las más importantes en Europa.
No obstante en nuestros mercados se pueden encontrar unos pequeños mejillones de procedencia del norte de Europa, muy pequeñitos que apenas necesitan limpiarse y para mis gusto personal un tanto insípidos, muy populares en Bélgica y en Francia donde es tipico consumir el famoso plato: Moules et frites (mejillones y patatas fritas).
No olvidaré la primera vez que los comí, fue en Paris, concretamente en un acogedor restaurante en Place du Tertre, en uno de los barrios con mayor encanto del norte de Paris, en Montmartre.
El famoso “barrio de los pintores” parisino, es para mi un lugar mágico, pasear por sus calles es vivir la bohemia, observar que el espiritu de los pintores, escritores, músicos e intelectuales perviven en cada uno de sus rincones.
Preciosas las vistas de la ciudad de la luz y por encima de todo deliciosa imagen del Sacre Coeur (La basílica del Sagrado Corazón de Jesús) situado en lo alto de la colina.
Así pués recordando éste tipico plato de mejillones belga y francés, lo he preparado en “Mi cocina” pero con mejillones “cultivados” de nuestras costas españolas.
¿Cómo los hice?
Ante todo limpiar muy bien el exterior de los mejillones, dejando las valvas (las conchas) lo más limpia posible.
Aconsejo cortar con unas tijeras el biso (es ésa especie de hilo sumamente resistente con el que el mejillón se adhiere), ya que si se tira de él, podemos matar al animal.
En una cacerola pochar con mantequilla cebolla dulce cortada en juliana junto con dos dientes de ajos laminados a fuego lento, procurando que no lleguen a dorar .
Añadir un vaso de vino blanco (he usado un fino Montilla-Moriles), dos hojas de laurel y dejar unos minutos que evapore el alcohol y se ablanden las cebollas.
Agregar los mejillones y un chorreón de nata (crema de leche) (uso President, especial cocina, no espesa) y salar al gusto. Remover todo el conjunto
Tapar la cacerola y dejar que se abran los mejillones al vapor.
Servir muy caliente y acompañando con un plato de patatas fritas (estas sí, fritas en un buen aceite de oliva virgen extra)
Aconsejo usen las conchas para "tomarse" el caldito a modo de cuchara.
¡¡ Bon appetit !!