Anuncian que a partir de este fin de semana llegará ¡al fin! el frío.
Los amantes del verano y las altas temperaturas me vais a perdonar, pero ¡menudo pestiño de calor!
Tengo los armarios en plena revolución: ropa de manga corta, chaquetas, zapatos... todo a mano y nada en su lugar porque cada mañana viene la pesadilla hecha frase ¡¿Qué me pongo hoy?! y al final elija lo que elija me equivoco y acabo pasando frío a primera hora y mucho calor por la tarde.
Y con las niñas no es más fácil. Y expuestas a los cambios de temperatura son carne de resfriado, como le ha ocurrido a Lara que lo pescó a mediados de septiembre y ha vuelto a cogerlo esta semana.
Además da pereza encender el horno porque la cocina se caldea demasiado y resulta aún molesto.
Eso no quita que el pasado fin de semana preparase los muffins que hoy os traigo.
Ni yo misma me creo que lleve dos semanas consecutivas publicando las recetas que tengo recién horneadas.
Pero es que estos muffins tuvieron tantísimo éxito que no podía dejarlos en borradores.
Recién hechos cada una de las niñas se comió dos. Y ya habían merendado.
Puedo prometer que temía no terminar las fotos por falta de existencias.
Estaban masticando a dos carrillos y pidiendo otro.
Y por muy saludables que sean el límite hay que marcarlo a pesar de las protestas al grito de "eres una mala, mamá"
Igual sí. Y una egoísta, porque quería alguno para mí. Ya está, ya lo he dicho.
El domingo, en el desayuno, más de lo mismo. Queremos una magdalena de las de ayer, fue la petición popular.
Y a ver cómo les dices que no, cuando yo misma he caído en la tentación de tomarme dos en el desayuno porque uno de estos muffins saben a poco.
Confesaré que tuve que variar sobre la marcha la receta que había pensado para adaptarme a lo que tenía en casa.
Quería poner 100 gramos más de avena de lo que puse, pero el paquete estaba más vacío de lo que recordaba y no tenía más.
Podía haber añadido harina, pero no era mi idea inicial y no quise.
A decir verdad me enfadé. Conmigo y con el universo. Porque las cosas no salían como yo había pensado. Y porque los imprevistos me ponen de mal humor.
No tener las cosas bajo control me enfada. Siempre ha sido así y siempre lo será. Estoy muy mayor para cambiar.
Ya sabía yo que con esa cantidad de avena los muffins iban a subir pero bajarían al apagar el horno porque la masa era muy líquida para aguantar el copete.
Llevo ya muchas recetas de muffins a la espalda para saberlo.
Aún así seguí adelante.
Y cuando había vertido la masa en las cápsulas pensé que podía haberlo transformado en un brownie. Y mi mosqueo aumentó porque por estar enfadada no había pensado en otras alternativas.
Tal y como esperaba la masa subió muy bien, pero una vez apagado el horno el copete empezó a bajar.
Bien es cierto que el mosqueo se había diluído con el buen olor que salía del horno, aunque en mi cabeza seguía el runrún de que yo quería muffins con copete.
Cualquier atisbo de mosqueo se diluyó por completo con el primer bocado.
Me resultaron tremendamente deliciosos templados, con su chocolate fundido... Mmmm ¡irresistibles!
Y a tenor de lo que os he contado, a las niñas se ve que también.
Tenía mis dudas de que al día siguiente, una vez reposados y conservados en frío me gustasen igual, pero están tan jugosos que siguen siendo una absoluta tentación y no sabría decir cómo me gustan más.
Así que tuve claro que sí o sí esta era la receta que tenía que publicar esta semana.
Los boniatos ya están en todas las fruterías y supermercados, son fáciles de encontrar y relativamente baratos porque están en temporada y si llega el frío prometido ¡no se me ocurre mejor plan que prepararlos estos días!
¡No os váis a arrepentir!
Además es una receta bastante saludable. Lo que no quiere decir que no sea calórica aunque tampoco lo es tanto...
Y es apta para celíacos, ya que no lleva harina de trigo.
Si tenéis el boniato asado, como es mi caso que llevaba en el congelador desde el otoño pasado ya que suelo asar una bandeja entera y optimizar al máximo el gasto de luz (más ahora que se cotiza a precio de sangre de unicornio) vais a tardar un suspiro en tener la masa preparada porque es una receta facilona, de esas que tanto me gustan, con la que solo ensucias un bol y la batidora de mano.
Y si lo preparas en una batidora de jarra (americana) o un procesador de alimentos (tipo Thermomix o Monsieur Cuisine) sólo ensuciarás la jarra ¿acaso se puede pedir más?
Sí, que los hornee otro ¿verdad?
Pero es que nosotros llevamos el gusanillo de la cocina en el cuerpo y nos gusta meternos entre harinas ¿acaso me equivoco?
Espero que os animéis a prepararlos y si lo hacéis ¡que me contéis lo que os han parecido!
¡No me digáis que el color no es una maravilla!
¿Alguien se apunta?
Ingredientes:
* 325 gramos de boniato (batata) asado
* 2 huevos
* 150 gramos de yogur natural
* 120 gramos de bebida vegetal de avena (se puede sustituir por leche)
* 100 gramos de sirope de ágave
* 40 gramos de aceite de oliva virgen extra (AOVE)
* 1 cucharadita de canela en polvo
* 1/2 cucharadita de nuez moscada
* 16 gramos de levadura química (impulsor)
* 150 gramos de copos de avena (si quieres un interior menos húmedo pon 250 gramos)
* 100 gramos de pepitas de chocolate
* 1 cicharadita de harina para las pepitas
Elaboración:
1. En un bol amplio ponemos todos los ingredientes menos las pepitas de chocolate y la cucharada de harina y removemos bien. Dejamos reposar unos 15 minutos.
2. Una vez esté la avena blanda trituramos con la batidora hasta obtener una masa sin grumos.
3. Tapamos y dejamos reposar en el frigorífico al menos un par de horas. Si no tenemos tiempo pasamos a hornear directamente.
4. En un bol ponemos las gotas de chocolate con la harina y mezclamos bien. Las vertemos en la masa y repartimos con ayuda de una espátula.
5. Ponemos las cápsulas en la bandeja para muffins y repartimos la mezcla con ayuda de una cuchara para helados.
6. Introducimos en el horno precalentado a 200º C y horneamos durante 25-30 minutos o hasta que al pinchar con una brocheta en el centro salga limpia.
7. Dejamos con la puerta del horno entreabierta 10 minutos, sacamos, retiramos de la bandeja y dejamos enfriar por completo sobre una rejilla.
Una vez fríos los guardamos en un táper que cierre bien y los dejamos en el frigorífico.
Las masas con verduras y frutas tienden a ponerse malas rápidamente y no queremos sorpresas desagradables, lo repito siempre.
Poco a poco me estoy poniendo al día con las visitas a vuestros blogs. Intento que no se me quede ninguno atrás, pero si tardo en aparecer espero sepáis disculparme.
Nos leemos el jueves próximo. Mientras tanto sed felices y permaneced sanos y disfrutad del otoño.
Manos a la masa y ¡bon appétit!