Estamos en plena temporada de fresas y yo sigo "r que r" o "f que f" (como prefiráis) agotando mi lista de recetas pendientes y exprimiendo al máximo las posibilidades que aporta esta fruta que tanto me gusta.
Hoy me he enterado que, botánicamente hablando, tanto las manzanas como las fresas provienen de la familia de las rosáceas, de la que también provienen las rosas, aunque éstas tengan carácter ornamental. Sabía yo, que por algo me gustaban tanto.
De repente, también me he acordado que, y aunque esto que os voy a contar ahora, sea más propio de una entrada del reto de #reposterasporeuropa, en la zona de Baviera, que por cierto diré que es una zona de Alemania que me apasiona, los campesinos suelen llenar sus cestas de fresas silvestres, y colgárselas en los cuernos a las vacas y a los toros para ofrecérselas a los duendes del bosque, porque creen que como éstos son unos enamorados de esta fruta, les enviarán buena suerte y su ganado estará sano y producirá mucha leche.
Y ésto que os he contado, me da pie para seguir hablándoos de los pueblecitos de Baviera, pequeñas poblaciones que calificaría como "de cuento de los Hermanos Grimm" o "de ensueño" y que hoy me inspiran para escribir este post. Así que agarramos la cesta y mientras caminamos por el bosque en busca de fresas, os voy contando.
Y este camino que circula entre bosques frondosos, nos lleva hasta Oberammergau, precioso pueblo que os sorprenderá por las pinturas que decoran las fachadas de sus casas, a cual más bonita y porque si miráis a través de los cristales de sus tiendas veréis maravillosas tallas en madera, elaboradas por los ebanistas de esta región. Además en esta zona al igual que en la región vecina tirolesa, son famosos los relojes de cuco, verdaderas obras de arte realizadas en madera, de manera artesanal. Tiendas enteras repletas de relojes que representan diferentes escenas de la vida cotidiana, más grandes, más pequeños, para todos los gustos.
No podéis abandonar esta zona sin visitar dos de los castillos que Luis II de Baviera construyó con los Alpes de fondo: Linderhof y Neuschwanstein. El primero muy influenciado por el palacio de Versalles, con interior rococó, bellísimas estancias y unos jardines no menos bonitos con fuentes y surtidores de agua y con terrazas dispuestas en diferentes niveles, que permiten admirar el edificio principal.
Neuschwanstein, el otro castillo del rey loco, es un castillo divino, con aire romántico y con una maravillosa localización en plena naturaleza, rodeado de bosques y montañas. En él se inspiró Walt Disney para diseñar el castillo de La Bella Durmiente.
Y seguiría el camino y a continuación os diría que no podéis dejar de visitar Múnich (¡no podéis!) y a este paso, no os hablaría de los muffins y claro, no es plan, porque yo sé que vosotros estáis deseando que os cuente cómo preparar estos deliciosos muffins de fresas, chocolate blando y yogur griego, porque se os está cayendo la baba desde que habéis leído el título de este post. Pues ahí va la receta...
INGREDIENTES
220 gr. de harina
160 gr. de azúcar
60 gr. de azúcar moreno
½ cucharadita de sal
2 cucharaditas de levadura
225 gr. de yogur griego
2 huevos tamaño L
75 gr. de aceite de girasol
1 cucharadita de extracto de vainilla
275 gr. de fresas cortadas en trocitos
100 gr. de chocolate blanco picado
ELABORACIÓN
Precalentamos el horno a 200º C.
Engrasamos una bandeja de las de hacer cupcakes (yo en este caso no he puesto cápsulas).
En un recipiente mezclamos todos los ingredientes secos. Reservamos.
En otro recipiente batimos los huevos y a continuación añadimos el yogur, el aceite y la vainilla y seguimos batiendo hasta que se mezclen bien.
Vertemos los ingredientes húmedos en el recipiente de los ingredientes secos y mezclamos bien ayudándonos con una espátula. Añadimos el chocolate picado y las fresas en trocitos y mezclamos sin batir demasiado.
Llenamos 2/3 cada cavidad de la bandeja y horneamos de 18 a 20 minutos o hasta que insertando un palito en el centro del muffin, éste salga limpio.
Dejamos que se enfríen sin desmoldar durante 5 minutos. Una vez transcurrido este tiempo transferimos los muffins a una rejilla y dejamos que se enfríen por completo.
Fáciles ¿verdad? Pues el resultado es espectacular. Si no os gusta el chocolate blanco o no tenéis en casa en el momento de preparar estos muffins podéis añadirles vuestro chocolate preferido. Las fresas con el chocolate combinan perfectamente.
Lo mismo os digo si no tenéis chips de chocolate, podéis añadir chocolate rayado, aunque éste se os va a derretir en el horno integrándose en la masa, al contrario que las chips que quedan enteras.
¿Prepararlos con cualquier otra fruta del bosque? Me parece también una opción perfecta ya que a la acidez de este tipo de frutas le va que ni pintado el chocolate blanco por ser extremadamente dulce. Así que con una única receta tenéis múltiples resultados únicamente cambiando el tipo de fruta y el chocolate.