La madre tierra.
Siento un gran respeto por la madre tierra, porque la vida de todos depende de ella, y no siempre sabemos acordarnos.
Parte de este respeto pasa por participar en un grupo de consumo ecológico, en el que es la tierra quien decide qué comeremos en los próximos días. Y no nosotros.
En función de los ritmos de cultivo, y de lo que el productor ha plantado, recogemos cada quince días una cesta con verdura variada y por supuesto, sorpresa.
Qué bonito, verdad?
Tendríais que ver lo que piensan en mi casa cada vez que aterrizo con la bolsa cargada de acelgas, cardo o nabos.
A mí me encanta todo, porque creo en el derecho fundamental de todas las verduras a ser queridas por igual, pero tú dejas una acelga en la nevera y verá pasar los días en sus estantes sin que nadie le sonría ni un poquito de na.
Este sistema de compra tan peculiar me plantea retos constantemente. Nunca sé que hacer con los enormes manojos de rábanos recién cogidos, por buena pinta que tengan [algunas veces los preparo encurtidos], ni con los nabos.
Una se ve con un manojo de nabos en la mano… y no, no sabe qué hacer. Considerando que en casa las sopas y cremas no molan nada, excepto a mí, que las impongo por decreto ley de cuando en cuando, pero tampoco puedo pasarme porque luego voy de democrática y claro… hay que guardar las formas.
Y en estas andaba cuando decidí que los nabos están en todo su derecho a ser los protagonistas indiscutibles de una receta ¿Por qué no? ¿Que son insípidos? Les ponemos especias. ¿Que no me llegan para dos raciones? Les echo unos champis y arreglado.
Voy a ser honesta. Los nabos son nabos. No tienen sabor, y no voy a engañaros. Pero estofados, bien especiados y en esta salsa de miso, están divinos.
¿Os animáis?
INGREDIENTES
[2 PERSONAS]
Nabos, 300 g [o lo que tengas]
Champis, 200 g [o lo que te apetezca]
Ajo, 1-2 dientes
Romero, 1/2 cucharadita
Comino, 1 cucharadita
Semillas de cilantro, 1 cucharadita
Pimienta negra, unas vueltas de molinillo [al gusto]
Hatchomiso, 1 cucharada [si tienes shiromiso pon 2-3]*
Caldo de verduras o de pollo, 400 ml
Aceite, sal
*Hay varios tipos de miso que varían entre sí por la fuerza de sabor, si compras miso a secas lo más habitual es que se trate de shiromiso, el más suave de todos
MODUS OPERANDI
Lo primero es pelar nabos y champiñones y cortarlos en cuartos o mitades según el tamaño, y pelar y laminar los ajos. También tenemos que moler la mezcla de especias con ayuda de un mortero.
Por último tendremos el caldo ya preparado y caliente, lo vamos a necesitar en unos minutos. No es necesario que esté super caliente, tibio nos servirá, no te preocupes si pierde un poco de temperatura, es para que el miso se disuelva mejor.
En una olla ancha o sartén alta ponemos a dorar los ajos con una cucharada de aceite, y cuando empiecen a dorarse ligeramente añadimos los nabos y los salteamos unos 5 minutos. Después de los nabos, añadimos los champiñones y los tenemos otros 2-3 minutos. Van a soltar mucha agua, si los ponemos al principio no dejaremos que los nabos se doren.
Con los champiñones ligeramente salteados, añadimos las especias, le damos dos o tres vueltas y las dejamos que se tuesten un poco mientras disolvemos la pasta de miso en el caldo de pollo o de verduras.
Añadimos todo a la sartén y lo dejamos que se cocine a fuego medio durante 20 minutos. Comprobamos que los nabos están tiernos, y servimos.
La sal [no la he mencionado] debes regularla en función del caldo que uses y lo salado que esté. Añade una poca al comienzo y rectifica en el último minuto.