Pues ¿qué decir de unas natillas caseras? Qué todos las hemos probado con más o menos ingredientes, más o menos elaboración, caseras o industriales, como postre o como merienda o desayuno y... gustan. Gustan mucho. Y de vez en cuando su sabor nos viene a la mente y apetecen. Eso nos pasó ayer así que me puse el mandil y preparé en un momento estas natillas que son muy muy fáciles y quedaron muy buenas, con un sabor suave y un leve aroma de naranja que nos encantó. Así que dije, para En plato de loza, que hay que compartir.
Y es que con la moda "gastro" que ahora mismo está en pleno auge, yo cada vez soy más fan de los sabores tradicionales, de los ingredientes y procedimientos de siempre. En fin, que debe ser la edad que ya no me convencen estas cosas... Que antes sí que me apuntaba a todo (pantalones coquineros, tupés y hombreras de rugby incluidos, que es lo único que veo ahora cuando reviso las fotos de entonces, jeje) pero oye, que crece una y le crece también la vena crítica y ya cada vez estamos menos dispuestos a tantas moderneces.
Como con todo, hay que matizar. Yo admiro de verdad esos grandes cocineros que saben sacar la esencia de cada sabor y combinarlos con procedimientos increíbles hasta conseguir un plato sorprendente. La cocina tiene mucho de experimento y a estos restaurantes, que más que marcar tendencias, van más allá porque realmente son "maestros" en lo suyo y saben hacer las cosas bien de verdad, hay que elogiarlos y darle su puesto. La mayoría además llevan abiertos años y no son producto, como digo, de las modas.
¿Qué es lo que no me gusta? Pues, más que no gustarme, me aburre ya que todos intenten hacer eso y al final tienes unos platos monísimos (todo depende del gusto, ¿verdad?), elaboradísimos (o no), con combinaciones o maridajes sorprendentes cuando más y dudosos cuando menos y que al final te dejan con una sensación de "pretender y no llegar", y el convencimiento de que estás pagando ese plus de modernidad y preciosismo que todos los gastrobares tienen como "impuesto".
Pues eso, que entre comer esto o sentarse en una tabernita, como la que fuimos este fin de semana, moderna y bien decorada, pero sin grandes pretensiones, que te propone unas carrilleras, un pisto, carne en salsa y espinacas con garbanzos como tapas, todo bien guisado, todos sabores conocidos pero muy ricos, pues yo me quedo con esto. Y no doy el nombre del local porque no lo recuerdo, pero en pleno centro de Sevilla, tirando para el Arenal.
Ya digo, debe ser la edad, jeje.
Es que luego casi me enfadé, porque por la tarde, fuimos a hacer unas compras y en una de mis librerías habituales habían sustituido los libros de cocina de siempre por unas estanterías repletas de libros de famosillos que se apuntan a la moda y por lo visto ahora cocinan, de recetarios hechos de prisa y corriendo con platos de estos gastro que os cuento y que aprovechan la fama de algún programa de televisión de los que ahora proliferan y un sin fin de libros dedicados a las tendencias del momento (repostería inglesa y monísima, panes caseros... etc). Y que me encantaría llevarlos todos a casa, que conste, pero que me dio pena que se hubieran "comido" mis libros de cocina andaluza, sevillana, onubense, española... y hasta esos manidos, dedicados a las tapas y a las paellas, que eran la atracción para los turistas y que ahora andarán en las tiendas de souvenirs.
Pues que me enfadé y por eso este mitin que casi me hace olvidar que yo venía a contar una receta de esas que las abuelitas ya nos hacían y que, probablemente, aprendieron de sus madres y abuelas. Vamos a ello.
Ingredientes
Medio litro de leche entera (pero que si le echamos la desnatada o semidesnatada puede cambiar un poco el sabor pero nos va a valer igual).
Tres yemas de huevo.
Dos trocitos de piel de naranja, sin la parte blanca de dentro que puede amargar. Si queremos más sabor cítrico podemos echar un trozo más.
Dos cucharadas de maicena.
6 cucharadas de azúcar (podemos probar, como con la sal, y añadir si queremos más dulce o echarle menos si no nos gusta tanto).
Una rama de canela.
Se le puede echar una cucharadita de azucar avainillado o una vaina de vainilla si lo deseamos. Yo no la utilicé.
Canela en polvo para servir.
Pues veréis qué fácil.
En un cazo medianito vertemos unos tres tercios del medio litro de leche, es decir, reservamos un poquito para desleír los ingredientes luego. Para aromatizar la leche, le ponemos la ramita de canela y los dos trozos de piel de naranja y ponemos al fuego.
Mientras batimos el resto de la leche con la maicena, el azúcar y con las tres yemas de huevo utilizando una varilla.
Cuando la leche que está en el cazo comience a hervir, vertemos este preparado lentamente para que las yemas no se cuajen, removiendo continuamente con la varilla. Cuando lo hayamos incorporado todo, seguiremos removiendo hasta que hierva de nuevo y espese un poquito.
A la hora de servir, quitamos la rama de canela y la piel de naranja y le añadiremos a cada ración una o dos galletas tipo María en la superficie y, si es de nuestro gusto, canela molida.
Y voilà! Tenéis que probarlas.