Durante dos días, mi cuenta de Instagram no fue mía. Bueno, era mía, porque estaban mis fotos, likes y seguidores, pero no podía acceder a ella de ningún modo. Un pirata informático robó mi contraseña y quitó el enlace al correo electrónico y a Facebook, así que mi cuenta técnicamente se hizo suya. Para colgar las fotos que quisiera, hacer comentarios desagradables en mi nombre o bombardear con spam a mis contactos.
Tengo que reconocer que mi cuenta de Instagram ha sido desde el comienzo la niña de mis ojos. Desde que la abrí he intentado poner una foto cada día, siempre cuidada, siempre pensando en despertar una sonrisa, mostrar algo bonito. Pongo muy pocas fotos personales aunque a veces no me he podido resistir. En fin, que con ella me habían robado una parte importante de mi trabajo, convirtiendo en cenizas las horas que invertí. Estas cosas consiguen quitarme la ilusión y me dejan de un estado de ánimo totalmente gris, que se ha tenido que comer con patatas mi pobre marido.
No sé si porque fui criada por buenas personas, o porque he procurado rodearme de ellas; el caso es que la maldad me sigue sorprendiendo y doliendo. Ojo: tengo clarísimo que estoy hablando de problemas MUY de primer mundo. Pero es que a cualquier nivel, me cuesta entender el que roba para robar, para fastidiar, para -perdonadme la vena española- para joder. El que roba sólo porque cree que es más listo que yo.
Pero yo no me voy a dar por vencida tan fácilmente. Ni con los piratas de Instagram -una minucia al fin y al cabo-, ni con los que roban las fotos de otras galleteras para anunciarse. Ni con la gente que abusa del trabajo ajeno, ni con los que se enriquecen explotando a otros seres humanos, ni siquiera con los ladrones de traje y corbata.
No pienso agachar la cabeza ni dejar de tener ilusión por hacer las cosas bien hechas; me niego a dar la batalla por perdida. Declaro la guerra a todos los ladrones y aprovechados.
Vivimos en un continuo de nubes y claros, pero si perdemos la ilusión por hacer cosas bonitas y compartirlas con los demás, pienso que entonces el mundo será gris de verdad. Así que hay que tener muy presente que por negros que sean los nubarrones, el sol sigue brillando ahí arriba.
Os animo a no rendiros, a dar la cara, a pelear. Mi Instagram vuelve a ser mío, esta vez gané yo. No dejéis que os roben, no dejéis que abusen de vuestra buena voluntad. Os aseguro que esta nube, por más gris que sea, también pasará. Pero pelead por lo vuestro; no dejemos que ganen los malos.