A lo que iba. Resulta que esta ciudad tiene su propia receta de Pahlava. Es bien diferente de los dulces árabes a los que estamos acostumbrados aqui, pero es igualmente riquísima! Crujiente, no demasiado empalagosa, ideal para acompañar el té de la tarde. A los que os apetece probarla, os invito a que lo hagáis!
Ingredientes:
200 g de mantequilla
200 g de crema fresca (nata (crema de leche) agria)
2 huevos + 1 huevo para untar
275 g de harina
200 g de nueces o avellanas, o almendras (o un mix de frutos secos)
200 g de azúcar
1 sobre de azúcar vainillado
Preparamos la masa. Para ello mezclamos la mantequilla ablandada con la harina, 2 yemas de huevo y crema fresca. Si la masa os sale algo líquida (tened en cuenta que tendremos
que estirarla con el rodillo), añadimos un poco más de harina. Una vez hecha la masa, la partimos en dos partes y las guardamos en la nevera mínimo una hora.
Mientras preparamos el relleno. Montamos las dos claras a punto de nieve y vamos echando el azúcar poco a poco. Añadimos también el azúcar vainillado. Las claras montarán, pero no serán esponjosas, sino más bien como una crema. Es normal y así debe ser.
Desmenuzamos los frutos secos (yo he usado solo avellanas) en trocitos no muy finos y los mezclamos con las claras montadas.
Sacamos una mitad de la masa de la nevera. Estiramos sobre el papel vegetal con el rodillo hasta que forme un grosor de 1/2 cm más o menos. La volcamos sobre la bandeja de horno ligeramente engrasada (podéis poner también una hoja de papel vegetal encima de la bandeja de horno). Untamos por encima de la masa estirada las claras con frutos secos. Cubrimos toda la superficie. Ahora sacamos la segunda mitad de la masa y la estiramos de la misma manera que la primera. Hay que actuar rápido porque esta masa contiene mucha materia grasa y se deshace si se tarda mucho tiempo en trabajarla. Cubrimos con la masa el relleno.
Untamos la superficie con huevo batido. Con un cuchillo de hoja afilada cortamos rombos o cuadrados y colocamos una avellana (o almendra, o nuez) en el medio de cada pastelito resultante. Horneamos a 190ºC durante unos 20 minutos. Veréis que los pastelitos cogerán un color dorado muy bonito. Cuando estén bien doraditos, podemos sacarlos del horno. Mientras aún están calientes, volvemos a cortarlos como lo hemos hecho antes, ya que el merengue del relleno se habrá caramelizado y se habrán pegado entre si. De esta manera los separaremos bien.
Dejamos enfriar y luego los colocamos encima de un plato. Servimos con el té disfrutamos.
Son una delicia!