Esta semana me ha pillado el toro, que estamos a viernes y no había subido nada... Es que tengo al fotógrafo estresado, con un millón de cosas en la cabeza y un montón de tareas pendientes y no tiene el pobre ni un minutillo libre. Y es que él es el cincuenta por ciento del blog, aunque yo prepare los platos y las entradas, él es el que sabe sacarle partido a las imágenes que casi nos hace apreciar el sabor a través de su cámara y su objetivo. Así que al artista hay que dejarlo trabajar tranquilo, jeje.
De todas formas su trabajo está pagado, que como parte integrante de esta familia, es el crítico oficial de todos los platos que preparo, es decir, que su trabajo se paga en especie, comiendo todo lo que hacemos mis fogones y yo. Y las cosas como son, quejarse no se queja mucho, más bien al contrario.
Pues estos días, hemos tenido para almorzar este lomo relleno que aunque no suelo prepararlo a menudo, siempre que lo hago me pregunto porqué, ya que es fácil y sale muy bueno. Es una carne que recuerda en sabor y presentación a esos platos de Navidad y sin embargo no tiene tanta complicación. De hecho, podría prepararse en esas fechas y daría buen resultado en una de esas cenas más "de etiqueta".
Además, tanto por el relleno como por su maceración, conseguimos que una carne como el lomo que es más seca se vuelva más jugosa. Os cuento como lo he hecho.
Lo primero ir al súper, aunque la mayoría de las cosas la podemos encontrar normalmente en nuestra despensa.
Pues empezamos el proceso. La parte negativa es que no se puede hacer de hoy para hoy porque lo mejor es que esté un día entero macerando. Pero esta parte negativa se vuelve positiva cuando probamos la carne y vemos lo jugosita que queda. Así que, bueno, hay que planificar con un día de antelación el menú.
Empezamos rellenando la carne. Para hacerlo yo me ayudo de una aguja de mechar y voy haciendo pequeños agujeros donde introduzco los ingredientes, procurando que estos queden repartidos por todo el interior de la carne. Digo esto porque tendemos a pinchar hacia el centro y luego el resto de la carne se queda sin relleno.
Para rellenar esta carne yo he usado:
- Las tiras de bacon, imprescindibles porque aportan sabor y jugo a estas carnes que, como he dicho antes, pecan de ser más pastosas.
- Pistachos, el sabor que toman cuando son cocinados dentro de la carne esta buenísimo.
- Huevos duros.
- Aceitunas, yo he usado aceitunas negras pero podríamos usar también verdes. Eso sí, tienen que estar deshuesadas.
Aunque estos han sido mis ingredientes, se pueden usar otros que nos gusten más o que tengamos en ese momento en casa. Antes, yo no prescindía jamás de incluir lonchitas de queso que le daban cremosidad al resultado final. Ahora, debido a la alergia de mi pequeña bichillo, no puedo usarlas, pero os las recomiendo.
Vamos a preparar el adobo para macerar. En un bol echamos los vasitos de vino blanco y de brandy. Añadimos las pimientas, el tomillo y una cucharadita de maicena. Introducimos la carne y lo dejamos macerar de un día para otro, dando la vuelta de vez en cuando.
Toca encender la vitro. En una cazuela calentamos un poco de mantequilla (yo use mantequilla vegetal por aquello de la alergia) y un chorreoncito de aceite y sellamos unos minutos la carne hasta que esté doradita.
Añadimos el adobo en el que hemos macerado la carne y le echamos un par de vasos de agua y una pastilla de caldo de carne. Esperamos que hierva, probamos de sal y bajamos el fuego. Dejamos hacer hasta que la carne esté blandita. Yo lo dejé más o menos una hora a fuego medio con la tapa puesta para distribuir mejor el calor. Eso sí, hay que ir vigilando que no se quede sin agua y se queme. si esto ocurriera, añadimos más y probamos de sal.
Podríamos hacerlo también en una olla a presión. Es cuestión de gustos y tiempo.
En fin, que os lo recomiendo porque sabe igual o mejor que pinta tiene.