Un fruto que a todos nos encanta y que solemos recolectar en abundancia cuando vamos a la aldea en esta época del año. Una parte terminan por protagonizar asadas nuestras sobremesas, pero la mayoría las congelamos bien en crudo, o escaldadas y peladas, o ya asadas también. Se conservan así perfectamente para después emplearlas en diferentes recetas tanto dulces como saladas.
La castaña se presta muy bien como aliado de muchos platos, en la receta que os traigo hoy forman un dueto exquisito con el pollo, acompañados de un coro de cebolla, ajo y puerro, cuyo resultado es una armonía perfecta de sabores. Un guiso delicioso y muy fácil de preparar para el que necesitaréis estos ingredientes (cantidades para seis comensales más o menos):
Un pollo limpio y troceado
Media docena de castañas asadas por comensal (o más si sois muy “castañeros”)
Una cebolla grande
Un puerro hermoso
Tres dientes de ajo
Medio vaso de vino blanco
Un vaso de caldo de ave o de verduras
Aceite de oliva, sal y pimienta
Una estrella de anís (opcional)
Lo primero que haremos será dorar los trozos de pollo en la sartén y los pasaremos después a la cazuela. A continuación pocharemos las verduras en el mismo aceite y las añadiremos escurridas también a la cazuela.
Llega el turno de las castañas, las incorporamos al pollo y las verduras y regamos todo con el vino blanco. Dejamos que evapore un poco el alcohol antes de añadir el caldo. En este momento yo suelo añadir una estrella de anís porque es una especia que le va como anillo al dedo a las castañas, y me encanta el toque de sabor que da al guiso. Incorporamos finalmente el caldo y dejamos cocinar tapado a fuego medio, removiendo de vez en cuando hasta que la carne esté en su punto.
Espero que os haya gustado esta sencilla receta, probadla y ojalá empleéis el dicho de ¡toma castaña! en su expresión más jubilosa. Por cierto y a modo de curiosidad, la expresión ¡toma castaña! es posible que tenga su origen en los habitantes de la sierra andaluza, que al parecer tenían fama de tramposos entre la gente de los llanos, y que acostumbraban a pagar con castañas no siempre bien pesadas ni en buen estado, con la intención de engañar… ¿curioso verdad?
¡Toma castaña!
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