En el perímetro de seguridad aérea del Aeropuerto de Loiu sigue en pie la estructura de un caserío con más de 4 siglos de historia cargados a sus espaldas, que en su interior alberga desde 1988 el Restaurante Aspaldiko.
Pavos reales extenderán su plumaje para recibir al visitante, que llegará a la entrada atravesando un jardín lleno de herramientas de baserri dignas de ser piezas de museo. Elaboran y sirven su propio txakoli, y en tiempos también elaboraban su propio aceite de oliva con un molino de piedra que preside el área reservada para bodas en el exterior. No te preocupes si los aviones te peinan el moño, pronto te olvidarás de ellos.
El personal de sala viste de época, y muy cordialmente nos dan la bienvenida al Aspaldiko. En su planta baja pudimos degustar un platito de chistorra con un buen txakoli, el artesanal, acomodados en unos sofás frente a una chimenea, para ir entrando en calor.
Subimos por las escaleras que llevan a los comedores y a los reservados. Enormes y espaciosas mesas que dejan la distancia perfecta entre los comensales para poder degustar los platos sin molestias, y, a la vez, no perder el hilo de la conversación con el resto de acompañantes. La segunda planta es amplia y muy luminosa, igualmente decorada de época.
Nos sentamos en una mesa en la que desde la ventana nos espía un pavo real. Escena siniestra para empezar a degustar los entrantes... En un plato para salsas nos sirven mojo, guacamole, aceite y queso con salmón para untar las regañás (crujientes de pan con aceite de oliva) que nos habían dejado bien colacadas en cestillos de mimbre. La foto se ha perdido, pero no os perdéis nada, pues los platos fuertes vienen a continuación...
A veces los cocineros queremos hacer que un plato socorrido aparente de lujo, ese es el caso del segundo entrante, que me decepcionó al ver un minúsculo trozo de terrina de foie en el centro de un enorme plato. Acompañado de gelatina de Pedro Ximenez, que parece que no puede faltar en ninguna cocina, y una salsa de mango y pimienta, la cual estaba deliciosa a decir verdad. El pistacho picado sobre la terrina no tenía otra función que decorar, pues su sabor era imperceptible.
Por suerte olvidas rápidamente a los torpes teloneros cuando empieza el show de verdad, la penca rellena de marisco. La penca estaba perfectamente cocida y rebozada, al dente. Rellena de una farsa de marisco con muchísimo sabor a mar. La salsa no dijeron de qué era, pero estaba para rebañar con pan. Deduje que se trataba de una americana suave.
Mientras el txakoli de la casa corre por nuestras gargantas pasamos al segundo, láminas de hongo a la plancha, ligeramente sazonadas con sal maldom y perejil. La fotografía habla por sí sola, no hay nada que añadir a este plato de 10. Unos hongos bien preparados hacen maravillas.
Seguimos con los txipirones en dos texturas de cebolla. Se trata de unos txipirones a lo pelayo deliciosos, pero que siguen quedando lejos de los del Restaurante Egaña, aunque comparables a los del Sutargi. Éstos van colocados sobre una crema de cebolla muy ligera de sabor y bastante agradable, siendo un crujiente de cebolla su segunda textura. El plato va decorado con aceite de perejil, que se ha puesto muy de moda, y mayonesa.
Suenan los bises con el entrecôte con reducción de oporto y patata gratén. La carne estaba en su punto, muy tierna y perfectamente sazonada. Las patatas graten no es que sean mi acompañamiento favorito para la carne, las prefiero de otras mil formas, pero he de admitir que son las mejores que he probado, no eran pastosas al paladar ni el gratinado excesivo como viene a ser común. La reducción de oporto iba en su justa medida, la suficiente para poder degustar cada corte de entrecôte con un sabor diferente acompañándolo.
El concierto termina con un pastelito de 3 chocolates con un toque de café, delicioso, me acordé de mi padre, adicto al chocolate, que lo hubiese disfrutado como un niño. Una bola de helado de mango, que a mi parecer era demasiada cantidad, empalagaba y tapaba el sabor del pastelito de chocolate, con una quenefa hubiese sido suficiente, es más, dejé la mitad. Y, la joya de la corona, la espuma de arroz con leche con canela. ¡Estoy deseando imitarla! Qué cosa más rica, aún la recuerdo, deliciosa, tengo ganas de repetir...
En resumen, es un restaurante muy recomendable, que si no ha conseguido la estrella michelin son por esos pequeños errores. Como siempre, aconsejo no quedarse en lo negativo, pues lo positivo es mayor. En mi ranking de 5 tenedores le doy 4, un lugar que merece que desvíes tu ruta varios kilómetros tan solo para ir a comer ahí. Aconsejable para comidas familiares, cenas de negocios o para llevar a esa persona que quieres sorprender.
RESTAURANTE ASPALDIKO: Zaloboetxe etorbidea, 14. LOIU.
PRECIO MENÚS ENTRE 50,00 € Y 95,00€ + 10% IVA / PERSONA
MENÚS DEGUSTACIÓN ENTRE 35,00 € Y 55,00€ + 10% IVA /PERSONA
MENÚ CORRESPONDIENTE A LA CRÍTICA (DEGUSTACIÓN): 55,00 € + 10%IVA / PERSONA
VALORACIÓN PERSONAL: 4 / 5 TENEDORES
MERECE LA PENA DESVIAR TU RUTA VARIOS KILÓMETROS POR iR A COMER AL RESTAURANTE ASPALDIKO
Una vez más este post ha sido posible gracias a la colaboración del Club de Producto Euskadi Gastronomika y Blog on Brands. Mis recuerdos a las bloggers de debocados, TCR y Baby Rural.