Ingredientes para unas 25 unidades:
175 g de harina de repostería
25 g de azúcar de caña integral y un poco más para espolvorear
1 huevo
1 chupito de anís dulce
1 cucharadita de postre rasa de levadura química
Aceite de oliva virgen extra
Ralladura de medio limón
Elaboración:
Poner la harina en un bol, formar un hueco en el centro, como un volcán, e introducir en él el huevo entero, 50 ml de aceite, el anís, la levadura (tipo Royal) y la ralladura de limón.
Mezclarlo todo bien, con la ayuda de una pala o espátula. Una vez mezclado, enharinar ligeramente la superficie de trabajo, volcarlo y amasar, no demasiado, sólo para que adquiera cierta consistencia, aunque es una masa muy suave.
Poner a calentar abundante aceite en una sartén.
Coger pequeñas porciones de masa, formar rollitos y anudarlos en un extremo, de manera que quede un círculo cerrado.
Freírlos hasta que estén bien dorados, colocarlos en un plato sobre papel de cocina, para que suelten el aceite sobrante y espolvorear inmediatamente con azúcar por encima.
Ricas, ricas! Y tan fáciles que hasta los niños pueden hacerlas, eso sí, vigilando y echándoles una mano en el momento de la fritura. De hecho, son lo primero que recuerdo haber cocinado en mi vida, subida a un taburete, porqué no alcanzaba la encimera… Os explico la receta tal cual me la enseñó mi madre, aunque existen más versiones de las famosas rosquillas de anís, que incluso se pueden cocinar al horno. A mí me gustan así, y aunque evito freír, por norma, ésta es una de las excepciones. Un buen aceite de oliva virgen extra, tanto para la masa como en la sartén, y a disfrutar de unas deliciosas rosquillas! Ah… ganan con el reposo, así que, si podéis, esperad un par de horitas antes de consumirlas.