Dificultad / baja
El único secreto de esta receta es elegir un buen solomillo, para ello es mejor acudir al mercado y/o a vuestro carnicero/a de confianza, y al cocinarlo es muy importante no pasarnos de cocción y dejar la carne más seca que la suela de un zapato, ni tampoco conviene dejarla demasiado cruda que parezca que va a salir por patas el solomillo. Hay que encontrar ese punto intermedio, aunque por supuesto el punto de la carne, como todo, va a gustos.
Ingredientes (2 personas)
2 solomillos de vacuno (unos 125-150 g por persona)
2 trozos de foie (unos 50-75 g por persona)
1/4 vaso de brandy (del bueno...)
Sal Maldon
1 patata grande
Aceite de oliva virgen extra
Elaboración
Primero pelamos la patata y la cortamos en tiras más o menos iguales para hacer una bonita presentación.
Freímos la patata en abundante aceite bien caliente.
En una sartén o plancha caliente con unas pinceladas de aceite cocinamos los solomillos (que tendremos a temperatura ambiente) a fuego fuerte, para que se doren por fuera y queden al punto por dentro. Los hacemos unos minutos por cada lado, el truco para saber cuándo darle la vuelta al solomillo es ver que el lateral comienza a cambiar de color.
Desvenamos el foie, si es que tiene alguna vena, y en la misma sartén lo doramos sin nada de aceite, se hará con su misma grasa. Lo tenemos un minuto por cada lado, si nos descuidamos nos quedaremos sin foie porque se fundirá por completo. En cuanto lo damos la vuelta añadimos el brandy y con un mechero lo flambeamos y retiramos rápidamente en cuanto se apague la llama.
Emplatamos, primero el solomillo con unas escamas de sal, encima colocamos el foie con más escamas de sal y acompañamos con las patatas fritas y más escamas de sal.
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