Deben su nombre a una hermosa leyenda surgida en el siglo XIII. Isabel y Diego crecieron juntos en su Teruel natal, ambos hijos de familias nobles y acaudaladas.
Ella, descendiente de Don Pedro Segura, un comerciante, y él, del linaje Marcilla, que había perdido buena parte de su fortuna cuando una plaga de langostas decidió cebarse con la comarca en el año 1208.
Diego pidió la mano de Isabel, pero Don Pedro Segura se interpuso, ya que no estaba dispuesto a permitir que su joven hija contrajera matrimonio con un hombre de inferior estirpe que la suya.
Decepcionado, Diego marchó durante cinco largos años a blandir su espada en Las Cruzadas para buscar fortuna. Isabel quedó sola y angustiada, y al regresar Diego de la cruenta batalla, ella ya se había casado con Don Pedro de Azagra.
En un intento desesperado, Diego se coló en su habitación, le pidió un beso, sin embargo, Isabel se lo negó, al mismo tiempo que él cayó muerto.
Durante el funeral, Isabel fue a entregarle el beso negado, derrumbándose sin vida sobre su tumba. Desde entonces y para siempre yacen juntos en la iglesia de San Pedro de Teruel, permaneciendo abierta para el visitante.
Cómo hacer suspiros de amante de Teruel
En Teruel, los suspiros de amante, suelen consumirse sobre todo en el mes de febrero, en conmemoración de la fiesta de los amantes.
Están compuestos básicamente de una masa brisa, conocida a menudo como masa quebrada, y crema de queso a modo de relleno.
Hay quien se decanta por comprar la masa preelaborada, aunque lo considero innecesario, ya que estamos ante un tipo de masa muy fácil de preparar, puesto que ni siquiera requiere de amasado.
En cualquier caso, si no disponemos de tiempo o no tenemos ganas de trabajarla, siempre podemos usar la masa para empanadillas que venden en los supermercados.
¡Manos a la masa!
Ingredientes:
Harina floja (pasta brisa) 250 g.
Mantequilla (pasta brisa) 125 g.
Azúcar glas (pasta brisa) 100 g.
Huevo XL (pasta brisa) 1 unidad
Pizca de sal (pasta brisa)
Mantequilla sin sal 100 g.
Azúcar blanquilla 50 g.
Queso crema 100 g.
Huevos M 2 unidades
Elaboración:
Antes de nada, debemos preparar la masa brisa. Primero, tamizaremos con un colador la harina floja sobre una superficie lisa donde nos sea fácil trabajar la masa, por ejemplo, la encima de la cocina, previamente bien desinfectada. Añadiremos al mismo tiempo la sal. En un bol aparte, pondremos la mantequilla en daditos a temperatura ambiente junto al azúcar. Mezclaremos bien con las manos, sin miedo a mancharnos, hasta obtener una especie de buttercream.
Batiremos el huevo y lo incorporaremos al resto de ingredientes. Formaremos un volcán con la harina, dejando un agujero en el medio, e integraremos la buttercream con el huevo. Observaremos, que al mezclarla con las manos, se forman una especie de migas. En pocos minutos, la masa comenzará compactarse. Es importante que no amasemos, sino que nos limitemos a cohesionar los ingredientes de manera homogénea. Tras 5 minutos, formaremos una bola, la filmaremos, y dejaremos reposar una hora en la nevera.
Mientras reposa, podemos ir preparando el relleno. En un cazo a fuego mínimo derretiremos la mantequilla, que incorporaremos con el azúcar. Derretiremos el azúcar hasta que todos los cristales se hayan disuelto en la grasa. A continuación, agregaremos el queso, que puede ser de nuestra elección, en este caso, emplearé un queso crema, aunque no tengáis reparos en utilizar el que os plazca. Lo disolveremos hasta que quede perfectamente integrado en la mantequilla y el azúcar.
Retiraremos el cazo del fuego y cascaremos los huevos uno a uno en el interior. Mezclaremos bien con una varilla, evitando que los huevos se coagulen, por lo que el cazo debería haber atemperado fuera del fuego al menos un par de minutos. Cuando la masa quede tibia, la introduciremos con una lengua en una manga pastelera, a la que colocaremos una boquilla redonda de unos 1,3 cm de diámetro. La mandaremos al frigorífico una hora, mientras vamos estirando la masa brisa.
Sacaremos la masa del frigorífico y prepararemos unas 18 tartaletas. Es una masa que tiene su complicación al estirarla. Enharinaremos la mesa y con un rodillo la iremos estirando lentamente. Es importante no apresurarse, o de otro modo podría llegar a romperse, ya que tiene una elasticidad muy limitada. Debe quedar bastante fina, como de unos 2 mm. de espesor. Con un cortapastas circular, iremos preparando los trozos de masa de un diámetro ligeramente superior al de las tartaletas.
Pulverizaremos un poco de mantequilla en las tartaletas, y con la mano, iremos acomodando la masa brisa. Es un proceso delicado que requiere de paciencia. Inmediatamente después de que los moldes hayan quedado forrados, sacaremos del frío la manga pastelera, haremos un corte en la punta, y rellenaremos todas las tartaletas, prácticamente hasta el borde. Lo mejor es partir del centro e ir dibujando círculos concéntricos al mismo tiempo que vamos levantando la manga.
Precalentaremos el horno a 180º con calor arriba (función grill), e introduciremos las tartaletas sobre una bandeja. Las mantendremos ahí unos 15 minutos, o hasta que veamos que están cambiando a un color dorado. Sacaremos las tartaletas del horno y las dejaremos enfriar sobre una rejilla. Para rematar, con un colador, espolvorearemos un poco de azúcar glas por encima.
¡Qué aproveche!
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