Pese a que en Galicia no existen los almendros, el consumo de su fruto data de la Edad Media, llegándose a importar desde el Levante para elaborar la conocida como torta real.
Las primeras menciones en torno a la elaboración de la tarta de almendras, tienen que ver con la visita que Pedro Portocarrero, regente y gobernador de Galicia, hizo a la Universidad de Santiago allá por el año 1577, en el trascurso de una investigación que se llevó a cabo para saber qué se daba de comer a los profesores.
No es hasta el año 1838 cuando se menciona por primera vez el nombre de tarta de Santiago, concretamente en el libro de confitería de Luis Bartolomé de Leybar.
Rápidamente, esta tarta de almendras, empieza formar parte de todos los libros de repostería gallega.
En el año 1924 José Mora Soto, fundado de la Casa Mora, en un alarde ingenio, decidió darle un toque distinguido a este postre estampando la cruz de Santiago en su superficie, convirtiéndose desde entonces y hasta nuestros días en su insignia.
Cómo hacer una jugosa y esponjosa tarta de almendras casera
Esta tarta de almendras casera está inscrita en el registro DOP e IGP. En conformidad con la norma, una tarta de Santiago original debe poseer un aroma característico; a yema y almendra.
Al mismo tiempo, debe tener una presencia de almendra nunca inferior al 33%, con una cantidad pareja de azúcar y al menos un 25% de huevo.
Más laxos se muestran con la adicción de aromas o licores para emborracharla, mencionando el limón, vino dulce, azúcar glasé, aguardiente de orujo o brandy.
Por supuesto, para que este suculento manjar dulce logre arrebatarnos completamente el sentido, debemos usar una almendra de calidad, a poder ser de la variedad Marcona, ya que destaca por su delicado y dulce bocado, mostrando un aspecto lechoso y tierno.
¡Manos a la masa!
Ingredientes:
Almendra molida Marcona 250 g. - Comprar
Azúcar blanquilla 250 g.
Huevos M 4 unidades
Limón 1 unidad
Elaboración:
Como podréis observar por la selección de ingredientes, su preparación no reviste complejidad alguna. En caso de que tengamos la suerte de poder adquirir las almendras en bruto, es decir, crudas y sin pelar, tendremos que blanquearlas previamente. Para ello, en una cazuela pequeña, verteremos una cantidad suficiente de agua, la pondremos al fuego, y esperamos a que hierva. A continuación, introduciremos las almendras 1 minuto en el agua, las rescataremos, y ya podremos pelarlas mucho más fácilmente.
El próximo paso es moler la almendra, aunque si nos parece muy engorroso, en el mercado ya podemos encontrar la almendra molida. Emplearemos una procesadora de alimentos, o el conocido robot de cocina Thermomix (aunque el Cecotec Mambo es más barato y no tiene nada que envidiarle), en el cual programaremos una velocidad progresiva de 5 - 10 durante aproximadamente 15 segundos.
En un cuenco agregaremos los huevos, el azúcar y la ralladura de 1 limón, y batiremos con la ayuda de unas varillas eléctricas, o en su defecto, con una manual. La mezcla debe espumar ligeramente, al mismo tiempo que deben haberse disuelto buena parte de los cristales de azúcar. Seguidamente, incorporaremos la almendra, que integraremos con mimo simplemente con una lengua o varilla.
Cogeremos un molde circular, de unos 24 cm. de diámetro, y engrasaremos tanto la base como las paredes. Si sabemos a ciencia cierta que aun así se pega, sería conveniente coger un trozo de papel de horno y recortarlo a medida, poniéndolo sobre la mantequilla, que actuará como pegamento. Verteremos la mezcla con cuidado, dando unos pequeños golpes a los lados para evitar que contenga aire.
Precalentaremos el horno con calor arriba y abajo, a unos 180 °C, y colocaremos la tarta en posición 2 sobre la rejilla. Recordad, que las posiciones se cuentan normalmente de la 5 a la 1, de arriba a abajo. La almendra tiende a dorarse rápidamente, por lo que no perderemos de vista la tarta, sobre todo cuando hayan pasado los primeros 25 minutos. Comprobaremos si está perfectamente cocida con el método habitual, introduciendo un palillo o cuchillo en la zona más alta, y cerciorándonos de que sale limpio. En tal caso, ya estará lista.
Debe tener un color ligeramente dorado. Lo ideal es dejarla atemperar dentro del molde. Esta tarta no suele presentar problemas a la hora de desmoldar. Cuando esté fría, la desmoldaremos y decoraremos al gusto. Es muy usual, como habréis docenas de veces, cubrir con azúcar glas dibujando la cruz de Santiago.
También podríamos haber añadido un licor de almendras, orujo o similar en el proceso de batido. Con 7 ml. sería más que suficiente, o de otro modo acabaría teniendo un sabor alcohólico. Otros optan, además, por ponerle un toque de canela. En cualquier caso, la receta que he plasmado aquí se puede considerar la tarta de almendras de la abuela, ya que trata de seguir los cánones, y resulta un calco de la mayoría de tartas que podemos adquirir en Santiago de Compostela.
¡Buen provecho!
Puedes ver la receta Tarta de almendra de la abuela así como otros muchos postres caseros en la web de MEJOR POSTRE.