Ingredientes
750 g de calabaza
150 g de azúcar
100 g de mantequilla
3 huevos talla L
150 g de harina
16 g (1 sobre) de levadura química en polvo (Royal)
2 cucharadas de leche condensada
1 cucharadita de canela, 1/2 de nuez moscada y 1/2 de esencia de vainilla
100 g de uvas pasas sin pepitas + nueces (opcional)
Preparación
Comenzamos cocinando la calabaza: La calabaza podemos hornearla o cocinarla en agua. En esta ocasión la cocinaremos en agua. Comenzamos cortándola en discos del grosor de un dedo aproximadamente. Si nos coincide con la zona de las pepitas, la raspamos con una cucharilla, eliminando también la pielecilla que acompaña a las pepitas. Apoyamos cada disco sobre una tabla y le cortamos la piel. Cortamos cada disco en trozos de un par de dedos de grosor que reservamos en un cazo.
Una vez cortada la cantidad que necesitamos, cubrimos la calabaza con agua y la cocinamos a fuego medio durante 14-18 minutos, hasta que al pincharla quede blanda. Cuando esté cocida retiramos, escurrimos bien, dejamos templar unos minutos, trituramos con una batidora de mano y reservamos en otro recipiente mientras preparamos la crema.
Ponemos a precalentar el horno a 180º C = 356º F con calor arriba y abajo. En un bol mezclamos con ayuda de una varilla el azúcar con la mantequilla a temperatura ambiente. Incorporamos los huevos uno a uno mezclando y añadimos las dos cucharadas de leche condensada, la canela, la nuez moscada molida y unas gotas de esencia de vainilla mezclando todo bien. Tamizamos la levadura mezclada con la harina y vamos añadiéndola removiendo hasta que se haga una masa homogénea. Añadimos la calabaza escurrida y triturada y removemos hasta integrar. Vertemos esta mezcla en un molde desmontable de unos 20 cm, que previamente hemos untado con mantequilla y harina y cubierto la base con papel de hornear. Mezclamos las uvas (y las nueces troceadas si las utilizamos), con un poco de harina, sacudimos y las repartimos por la superficie. Espolvoreamos un poco de azúcar por encima.
Horneamos a 180ºC durante 50-55 minutos hasta que este ligeramente dorado. Para asegurarnos de que está bien cocinada, pinchamos en el centro y si sale un poco húmedo podemos retirar. Si el pincho sale excesivamente mojado y vemos como si la masa estuviese todavía sin cocinar del todo, dejamos cocinar otros 5 ó 10 minutos más. Dejamos enfriar sobre una rejilla y una vez fría, desmoldamos y cambiamos la tarta a la fuente donde vamos a servirla. Para hacer este cambio ponemos un plato llano encima y giramos la tarta sobre él. Quitamos la base del molde y el papel de hornear y ponemos en su lugar centrada, la fuente en la que vamos a servir. Giramos de nuevo, quitamos el plato y ya la tenemos lista para servir. Podemos consumirla a temperatura ambiente o fría.
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Tips sobre la tarta de calabaza
A la calabaza, por su gran contenido en vitamina A, se le atribuyen efectos beneficiosos sobre la visión. También contiene vitamina C y del grupo B, aunque en menor cantidad. Nos provee minerales tales como potasio, hierro, cobalto, boro, zinc y calcio. El 90% de su contenido es agua, por lo que es muy diurética, pero también es depurativa y digestiva. Contiene pocas calorías y casi nada de grasa, lo que la hacen adecuada en dietas de adelgazamiento. Sus semillas son utilizadas para inflamación de la próstata..
Existen muchas variedades de calabazas y cada una aporta su sabor propio, por lo que en cualquier lugar del mundo se podría hacer esta receta.
La calabaza recibe diferentes nombres: calabazera, auyama, ahuyama, zapallo, cabazo, ayote, pipián, butternut… dependiendo del país. Hay muchas recetas en las que se utiliza la calabaza, desde las chulas, el puré, la calabaza asada…