De hecho es la última receta del mes de mayo y cuando llegue junio la cuenta atrás para la apertura de las piscinas habrá comenzado.
Los que disfrutáis de la cercanía del mar lo tenéis más próximo si cabe.
Y ahora son todo prisas de última hora y querer expiar en cuestión de días los excesos de meses.
Soy la primera en ello. Por no hablar de que llevo un mes de mayo reposteril de lo más prolijo en recetas y en calorías y me he dicho que tengo que echar el freno.
Dándole vueltas a recetas más ligeras y más refrescantes me topé con esta tarta de piña que no necesita horno y que no es excesivamente calórica, así que aquí la tenéis la semana más fría del mes de mayo cuando vuelven las ganas de encender el horno.
¿Quién dijo que el clima tenía que ser acorde al calendario?
Es un postre muy tonto que preparé hace bastante tiempo (estoy echando las cuentas y perfectamente puede hacer dos o tres años) para una cena navideña.
Nada que ver con la decoración de las fotos lo sé. Por no decir lo inapropiado que parece hablar de las navidades a las puertas del verano.
Pero sin ánimo de tocar las narices faltan pocos meses para encontrarnos el turrón en las estanterías del súper. Yo ahí lo dejo.
Amenazas veladas aparte, os contaré que es un postre bastante ligero y refrescante, tan perfecto para culminar una comida o cena opípara como para disfrutar de él bien fresquito al abrigo del calor veraniego.
No sé a vosotros pero a mí la piña siempre me ha parecido muy de verano. Aunque ha estado presente desde mi más tierna infancia en las cenas navideñas, acompañada del melocotón en almíbar, e incluso en las bodas, con su correspondiente flan, camuflado bajo una montaña de nata montada (crema de leche) de bote a presión que era lo más en cuanto a sofisticación culinaria en los 90.
Y ahora me negaréis que el que más el que menos no se metió aquella boquilla en la boca y apretó como si no hubiera mañana para recibir a morro aquella nata montada (crema de leche) instantánea que tanto furor causaba cuando no había tantas cosas como tenemos ahora.
Hago memoria y no recuerdo cuándo fue la última vez que comí esa nata (crema de leche) de bote. Será de las pocas cosas que no me hacían tilín en la infancia y la adolescencia (o será porque me sabía mucho a vaca ja ja ja)
Al grano, que me disperso. Os contaba que a mí la piña me sabe a verano aunque evidentemente no le hago ascos en ningún momento del año.
Y ahora caigo en la cuenta de que hace un montón de tiempo que no la uso en repostería, evidencia de mi estilo "montaña rusa" a la hora de repostear.
En las anotaciones de este postre no tengo referencia a ninguna receta. De hecho estaba casi segura de que fue un postre un poco improvisado usando varias cosas que tenía por casa y cuyo resultado fue más que bueno porque duró muy poco.
Con la tontería de que es ligero y que entraba muy bien lo de repetir ración estuvo a la orden hasta finalizarlo.
Lo cierto es que es uno de esos postres resultones que requieren muy poco esfuerzo y lucen bastante.
Por no decir que es una receta casi boba, de esas que es poco más que triturar, calentar, mezclar y al molde, tan socorridas y que tanto se agradecen porque se pueden preparar con antelación y olvidarse de ellas.
Ideal para alguna comida (sí, esas celebraciones que ya se nos han olvidado) con familiares o amigos y también para que nos espere fresquita cualquier día o cualquier noche de verano sin necesidad de ningún motivo especial para prepararla.
Si además tenemos un molde bonito el resultado será más que llamativo y quedaremos como las reinas (o los reyes) de la cocina, que ya sabemos que la mayoría de las veces la comida entra antes por el ojo que por la boca.
Para prepararla he usado unos sobres de preparado para gelatina de piña que compré hace un montón en Aldi.
Supongo que los seguirán vendiendo, y probablemente encontréis otros parecidos de otras marcas, pero si no dais con ellos ni tenéis un Aldi a mano (a ver, que yo sólo he ido una vez, que no lo tengo precisamente cerca) podéis usar preparado de gelatina de limón o incluso láminas de gelatina calculando la cantidad necesaria para un litro de preparado.
El resultado va a ser bueno igualmente y nos simplificamos la vida, que es de lo que se trata.
Espero que la receta de esta semana os haya gustado y que os animéis con ella ¡seguro que os gusta! Y por supuesto, si la probáis me encantará conocer vuestra opinión y ver alguna foto.
Muy a mi pesar no hay foto del corte como habréis notado. Como era para una cena no quise llevar el postre cortado, aún estando en familia, así que no os queda más remedio que prepararlo en casa para verlo.
Y ahora ¿alguien se apunta a un trozo?
Ingredientes:
* Una lata de piña en su jugo. La que yo he usado pesaba en total 565 gramos (incluyendo piña y jugo)
* 250 gramos de queso de untar (el mío era light)
* 2 yogures (de 125 gramos cada uno) de piña. Los que yo he utilizado eran desnatados, pero valdrá cualquiera, incluso natural o de limón.
* Dos sobres de preparado de gelatina de piña de 85 gramos cada uno (cada sobre es para 500 ml de líquido)
* 3 cucharadas soperas de azúcar.
* Caramelo líquido para el molde.
Elaboración:
1. En el vaso de la Monsier Cuisine Plus ponemos las rodajas de piña y el jugo y con la función Turbo picamos hasta obtener una masa homogénea. Como la piña tiene hebras procuraremos dejarla lo más licuada posible.
2. Añadimos los dos sobres de preparado de gelatina, ponemos la mariposa y programamos 5 minutos, a 95º C y velocidad 1.
3. Cuando termine añadimos los yogures, el queso y el azúcar y programamos 5 minutos, a 100º C, velocidad 3.
4. Mientras vertemos un poquito de caramelo en el molde que vayamos a utilizar. Cuando la mezcla esté lista la vertemos, esperamos a que temple, tapamos con un film transparente y metemos en el frigorífico hasta que cuaje. Mejor de un día para otro.
5. Antes de servir desmoldamos con cuidado sobre la fuente o plato en el que vayamos a presentar.
Elaboración tradicional:
1. Reservamos parte del jugo de la piña donde disolvemos el contenido de los sobres de preparado para gelatina.
2. Trituramos la piña junto con el jugo restante y la ponemos en una cazuela al fuego junto con el resto de los ingredientes.
3. Removemos de vez en cuando y cuando llegue a ebullición retiramos del juego, añadimos el jugo de piña reservado en el que hemos disuelto el preparado para gelatina, removemos bien y vertemos en el molde caramelizado.
Podéis comprobar que es una receta de lo más sencilla, más si se prepara con robot de cocina, aunque la elaboración tradicional tampoco supone gran esfuerzo ni ensuciar muchos cacharros.
También podemos ir variando la fruta y así cada vez tendremos un postre diferente sin llegar a cansarnos.
La cuestión es echarle imaginación y adaptarlo a los gustos de nuestra casa y a lo que buenamente tengamos en la cocina.
Las niñas siguen bien, un poco acatarradas pero es lo que tienen estos cambios de temperaturas y sus ganas de ir en manga corta, de calor y de verano.
Confío en que todos sigáis bien. Una vez más os agradezco vuestra visita semanal a mis cocinas y todo el cariño que dejáis en los comentarios. Nos leemos el jueves próximo.
Manos a la masa y ¡bon appétit!