La de hoy sí que es una receta de confinamiento/ aprovechamiento-de-lo-que-hay-por-la-nevera cien por cien. Al menos, para mí. Creedme cuando os digo que todos, absolutamente todos los ingredientes de esta elaboración era preciso usarlos de inmediato. Y es que, de lo contrario, lo más seguro hubiera sido que en cuestión de dos días todos los tomatitos se hubieran ido directos al cubo de la basura (de esta manera solo tuve que despedirme de dos de ellos), el queso fresco hubiera caducado (si no recuerdo mal, le faltaba un día para que se cumpliera la fecha) y las cebolletas se hubieran quedado mustias (empezaban a ablandarse sospechosamente; quizá hubieran aguantado cuatro días más, pero tampoco estamos en momentos de hacer experimentos).
Finalmente, ha resultado una tarta salada extraordinaria. Es de las mejorcitas que he probado. No exagero. Además, resulta mucho más ligera que otras (interesante en esta situación en la que nos encontramos; que no podemos salir de casa, y nuestra actividad física se ha visto reducida a la nada prácticamente). No contiene nata (crema de leche), ni leche ni huevos. Y no lo notaréis. El interior es una delicia. La mezcla de sabores, irresistible. Y la masa de su base, fantástica.
La receta de la masa os la dejé el jueves en el perfil de Instagram, por si a alguien le pudiera venir bien tener a mano la elaboración de una masa quebrada infalible. Desde hace un tiempo, se ha convertido en una de mis imprescindibles/ favoritas. Sabe mucho a mantequilla y queda mega crujiente. Me gusta especialmente para este tipo de tartas saladas, en las que el relleno tiene un sabor más potente.
No me enrollo más, y os dejo con ella, que estoy súper segura de que pronto la pondréis en práctica ;).
Tartaleta de tomatitos cherry y cebolleta caramelizada:
Receta libremente adaptada de Cooking My Dreams
INGREDIENTES (para unas 8 raciones):
- Para la masa:
250g de harina
150g de mantequilla, fría y cortada en dados
40mL de agua fría
Un buen pellizco de sal
- Para el relleno:
3 cebolletas, cortadas en finas láminas
2 cucharadas de azúcar moreno
Vino blanco
125g de queso fresco tipo Burgos, desmenuzado con los dedos
15-20 tomatitos cherry (si no me equivoco, le puse unos 16, aproximadamente)
Aceite de oliva virgen extra
Orégano y estragón, al gusto (le puse una pizca de cada, ya que en mi casa son bastante reticentes a los sabores fuertes)
Sal
Pimienta
ELABORACIÓN
- Para la masa:
En un bol amplio añadimos la harina junto con la mantequilla y la sal. Mezclamos todo con la ayuda de los dedos, hasta obtener una masa de migas. Agregamos el agua y mezclamos hasta que se amalgame.
Formamos un bloque con la masa, la filmamos y la reservamos en la nevera, mínimo 1h (podéis hacerla hasta con dos o tres días de antelación).
Precalentamos el horno a 170ºC.
Una vez fría, la estiramos con un rodillo sobre una superficie ligeramente enharinada (si está bien fría, apenas vais a necesitar usar harina) y cubrimos con ella la base y los lados de nuestro molde desmontable (previamente engrasado y cubierta su base con papel vegetal).
Horneamos 10-15 minutos a 170ºC.
- Para el relleno:
Comenzamos marinando en un pequeño bol los tamatitos cortados en mitades con aceite de oliva (un par de cucharadas), sal, pimienta, orégano y estragón. Reservamos.
Por otra parte, calentamos aceite de oliva virgen extra en una sartén. Añadimos las cebolletas y el azúcar. Rehogamos todo a fuego medio. Cuando estén doradas, regamos con un buen chorrito de vino blanco. Dejamos que el alcohol evapore y salpimentamos al gusto. Cocinamos todo hasta que las cebolletas estén transparentes y el vino se haya reducido. Dejamos atemperar.
En la base de la masa precocida extendemos la cebolleta caramelizada, sobre ésta el queso desmenuzado y finalmente, los tomatitos (boca abajo).
Horneamos 22 minutos a 190ºC.