Me gustan bastante los tatuajes, pero soy partidaria de hacerlos en su justa medida y que sean con un diseño bonito y discreto. Precisamente, se está poniendo de moda un nuevo diseño de estos dibujos permanentes que no encaja dentro de mis preferencias: está subiendo la demanda de tatuajes de alimentos o platos de comida. Para gustos, los colores. De momento, sólo es al otro lado del charco.
En un diario canadiense llamado The Globe and Mail, he visto la entrevista a una chica que tiene uno de sus brazos tatuado por completo con varios dibujos de comida (la de la foto): una piruleta, un Banana Split, bolas de caramelo, un muffin...
En la entrevista, la chica en cuestión comenta que cada vez hay más gente con ese tipo de tatuajes y que esos dulces que se ha tatuado son aquellos que le traen buenos recuerdos de la infancia.
Leyendo más a fondo la noticia, he descubierto algo que desconocía: que los tatuajes de ciertos alimentos era algo tradicional entre charcuteros, carniceros y cocineros. Además, se comenta que es cierto que existen tatuadores que han notado el incremento de demanda de estos dibujos. Esos clientes comentan que se los hacen porque son dulces, platos o alimentos que les traen buenos recuerdos (por ejemplo, se tatúan el pastel de chocolate que solía hacerles su abuela) o porque su sabor les gusta tanto que lo quieren tener siempre con ellos.
¿Tienes algún plato o alimento que te gusta tanto que te lo tatuarías?
Imágenes: Cuerpo y arte.com y Theglobeandmail.com