Hernán Cortes se encargó de traerlo a España desde México en el siglo XVI, aunque en un principio se llegó a utilizar básicamente como planta ornamental, y no fue hasta un siglo después cuando se empezó a emplear como alimento.
La primera mención al tomate frito aparece recogida en el famoso libro de cocina italiana LApicio moderno, del chef Francesco Leonardi, que vio la luz en el año 1790.
Sin embargo, algunos cronistas afirman que en México ya se elaboraba algo parecido a la salsa de tomate. En los mercados de Tenochtitlan en el año 1540 ya se preparaba una salsa de jitomate, con cebollas, pimientos y chiles.
Más tarde, en lo que se podría denominar como un intercambio cultural, esta salsa fue legada a los italianos, quienes convenientemente la apodaron de "estilo español".
Desde entonces se incluye en multitud de recetarios no solamente italianos, sino también franceses, ingleses e incluso sudafricanos, habiéndose convertido desde principios del siglo XX en una de las cinco salsas más internacionales del mundo.
Este rotundo éxito gastronómico se debe a su consistencia y sabor pronunciado, del que luego surgirían variantes, como el kétchup, en una fantástica maniobra comercial por parte de Henry J. Heinz en 1876.
Actualmente, en los supermercados, podemos encontrar un amplio abanico de salsas de tomate y sus derivados. Algunas de ellas con ingredientes naturales y un sabor, textura y aroma bastante dignos, aunque nunca comparables a la que podemos llegar a conseguir en nuestra casa.
Cómo hacer salsa de tomate frito en Thermomix
Pese a que es una receta sencilla, sí que resulta algo engorrosa de preparar, cosa que se soluciona si empleamos para su elaboración nuestra Thermomix.
Gracias a ella obtendremos una salsa de tomate en un santiamén, sin necesidad de en ensuciar más que el mismo vaso del robot de cocina, y con un sabor inconfundiblemente delicioso.
Servirá como perfecto acompañante para un plato de pasta, pero también como base para otras suculentas elaboraciones, como la boloñesa.
Al mismo tiempo, la podremos usar para enriquecer guisos.
Ingredientes:
Aceite de oliva virgen extra 50 g.
Dientes de ajo 2 unidades
Cebolla dulce 100 g.
Zanahoria 100 g.
Tomate pera triturado 1 kg.
Azúcar
Pimienta
Orégano
Albahaca
Sal
Elaboración:
Para conseguir una salsa de tomate inolvidable, debemos ser cuidadosos a la hora de seleccionar los tomates. Preferiblemente, emplearemos la variedad pera, un tomate macizo con un bajo grado de acidez. Estos deben estar perfectamente maduros, con un color rojo muy intenso. Los trocearemos durante unos segundos sin quitar la piel a velocidad 5. Los sacaremos y reservaremos.
Verteremos el aceite en un vaso y programaremos 3 minutos, función Varoma a velocidad 1. Seguidamente, añadiremos los dientes de ajo, la cebolla y la zanahoria. Trituraremos las hortalizas durante 10 segundos a velocidad 5, y a continuación, programaremos 7 minutos, función Varoma y velocidad 3 y medio. Bajaremos con la espátula los restos que hayan quedado adheridos a las paredes.
Incorporaremos el tomate que habíamos reservado. También podemos utilizar la misma cantidad de tomate natural triturado, que se veden en latas y con el que obtendremos un resultado igualmente apetecible. Pondremos también el azúcar en caso de que consideremos corregir la acidez (1 cucharadita), la sal y el orégano. Programaremos 30 minutos, función Varoma y velocidad 1.
Colocaremos el cestillo, pues es muy probable que la salsa acabe salpicando. Minutos antes de finalizar el programa, incorporaremos, si así lo deseamos, la albahaca fresca. Transcurrido el tiempo, desocuparemos el vaso y almacenaremos en tarros esterilizados o congelaremos. Para esto último, podríamos emplear unas cubiteras, haciendo así pastillas de salsa de tomate individuales.
Para esterilizar los botes, tan solo tienes que colocar los botes de cristal dentro de una olla express de manera vertical boca arriba, con las tapas alrededor, y sobre un trapo que colocaremos en el fondo de la olla para que no se muevan demasiado, tratando de guardar separación con respecto a los bordes de la olla, pero también entre sí, evitando así que puedan romperse al tintinear. Cubriremos dos dedos por encima de su altura máxima, y dejaremos que hiervan con la tapa de la olla puesta por 15 minutos.
Los sacaremos de la olla una vez que se hayan enfriado un poco, preferiblemente con unas pinzas, y colocaremos sobre un trapo de algodón limpio. Es importante ser los más escrupulosos durante todo el proceso, ya que los microorganismos, especialmente los mohos, se encuentran dispersos en cualquier lugar. Como os sugería, también es interesante congelarla en pequeñas porciones que nos permiten un mejor aprovechamiento de la salsa.
¡Qué aproveche!
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