Esos que tapan el sol o no lo ves por tus lágrimas…
Esos que no te dejan ver lo logrado , y te muestran todo lo que no salió y el camino empinado que falta recorrer.
De pronto nada tenía sentido, y el pasado corría en mi mente como una película ligera de Chaplin , en blanco y negro…
Ese pasado que con fuerza siempre superé, Resiliencia lo llaman?, yo lo llamo FE, ese fuego interior que siempre me hace ver la enseñanza y el camino despejado para seguir adelante…y llena mi corazón de amor…
A veces el cansancio traiciona, y te llena la cabeza con palabras que jamás quisiste oír.
Y entonces vi los tomates…
Y recordé la olla y la cuchara de madera y el dulce de mi abuela, mi preferido… el dulce de tomates… mi debilidad , las tardes raspando esa olla como si fuera la mejor golosina..
La cocina me sana, me protege, me anima y me acompaña…
Y mientras sonaba mi canción preferida de Tony Orlando ( ata una cinta amarilla al viejo roble), comencé a acariciar lo tomates…
La lluvia blanca de azúcar los bañó, arrastrando todos mis pensamientos tristes…
Y la cuchara de madera empezó a danzar haciendo un círculo infinito , danzando como las vueltas de un hermoso vals, y me regalaba un aroma que me recordaba mi esencia, la verdadera Gloria que ese día difícil quiso apagar.
El rojo intenso y brillante convirtió esos cubos de tomate en una cascada de terciopelo que endulzaba al fin mi día…
Fue un día difícil y de tomates rojos que dejaron señales y me marcaron nuevamente el camino…
Aferrada a mi cuchara de madera me senté y disfruté mi café sanador y di gracias a mi pasión por cocinar, que me deja ser la Gloria que quiero ser…. que me regala ese rincón mágico capaz de transformar un dia olvidable en un momento único e inolvidable…
Época de tomates, del rojo fuerte del amor, y su fuerza infinita que todo lo sana, que todo lo puede…