Es una pieza con forma triangular que va desde las agallas hasta la mitad del bonito más o menos, otra característica es su forma laminada.
No necesita mucha condimentación, ni recetas complicadas para que resulte exquisita. Se puede preparar al horno, a la plancha o en conserva.
Hoy la hemos preparado con gremolata que le aporta un frescor y un sabor buenísimo porque la añadimos cuando el pescado esta fuera del horno.
La Gremolata es una salsa-aliño-aderezo italiana que concentra un sabor puramente mediterráneo. Es el acompañante del famoso Ossobuco pero hoy la hemos preparado con esta ventresca y el resultado ha sido muy rico.
Ingredientes:
1 ventresca, sal y aceite de oliva.
Gremolata: Piel rallada de un limón, el zumo de ½ limón, 2 dientes de ajo, ½ cayena, perejil fresco y 2 ramitas de tomillo.
Preparación:
Limpiamos la ventresca de los restos de sangre que pueda tener. Hay que quitar todas las telillas que recubren la ventresca porque pueden amargar, la lavamos y la secamos con papel absorbente, cuando esté bien seca la pintamos de aceite y salamos (a mi me gusta con sal gruesa). La colocamos en una fuente de horno en la que quepa abierta, con la parte de la piel hacia abajo. La metemos en el horno precalentado a 200 º C.
A nosotros nos gusta poco hecho, justo cuando empiezan a marcarse las lascas es el momento para retirarla del horno, unos 10 -15 minutos aproximadamente, dependiendo del tamaño y del horno.
Mientras tanto nos dedicamos a la gremolata: Picamos las hierbas, rallamos la piel de un limón y mezclamos todo en el mortero. Pelamos y trocemos los ajos y se lo añadimos a la mezcla anterior, machacamos bien. Reservamos.
Al sacarla del horno repartimos la gremolata por encima y servimos inmediatamente.
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