Pero antes, como siempre, permitidme que os hable un poco más sobre este bizcocho, y especialmente de su ingrediente estrella: el plátano.
El plátano es una de esas frutas que gusta a todo el mundo, y no por casualidad, sino debido sobre todo a su sabor, más o menos dulce según la variedad escogida.
En España, y más concretamente en las islas Canarias, se siembra uno de los plátanos más apreciados en el mundo, de tipo Cavendish, con un tamaño no excesivamente grande, de color amarillo intenso y un moteado marrón característico.
No es simplemente por sacar pecho de un producto nacional, es que verdaderamente el plátano de Canarias tiene un sabor y aroma únicos.
A comienzos del siglo XV llegaron las primeras plataneras a las islas traídas del sudeste asiático.
Para 1526, la planta ya se encontraba perfectamente aclimatada, no en vano, los marinos de la época que emprendían su gran aventura a América, cargaban las bodegas de los barcos con estos plátanos aún por madurar, considerándose uno de los víveres más apreciados por la tripulación.
Las bananas consiguieron captar la atención de los ingleses, que se apresuraron a establecer un puente comercial con las islas.
Más allá de las vicisitudes históricas, el plátano es una de las pocas frutas tropicales, junto a la piña, que se cultiva en nuestro país, aprovechando el privilegiado clima subtropical canario.
Poco o nada se parece el plátano salvaje de Asia Meridional con el actual, siendo fruto de una serie de hibridaciones que, dicho sea de paso, resultaron bastante complejas, las mismas que le han conferido su apreciado sabor dulce.
Los primeros plátanos, de hecho, tenían un sabor horrible y estaban plagados de semillas.
Nutricionalmente, se considera un alimento óptimo para la ganancia de masa muscular, además de cuidar expresamente de nuestra salud gastrointestinal. De hecho las propiedades y beneficios del plátano son innumerables.
Cómo hacer un bizcocho de plátano y avena
Para preparar un delicioso bizcocho de plátano y avena tan solo necesitaremos un puñado de ingredientes, entre ellos, por supuesto, un rico plátano de Canarias IGP.
El bizcocho de plátano se lleva francamente bien con las nueces, e incluso las harinas más saludables, como la de espelta o avena, convirtiéndolo en un postre saludable, como es el caso del bizcocho que vamos a hacer hoy.
Además es un postre que no lleva azúcar, por lo que es ideal si quieres darte un capricho saludable.
Ingredientes:
Plátano de Canarias maduro 4 unidades (400 g. aproximadamente)
Harina integral de avena 120 g.
Harina de trigo integral (espelta) 120 g.
Huevos M 4 unidades
Aceite de oliva virgen extra 30 g.
Nueces 40 g.
Levadura Royal 1 unidad o 16 g
Canela en polvo
Elaboración:
En caso de que no dispongamos de harina de avena o espelta, pueden sustituirse por 250 g. de harina floja, la que se emplea habitualmente en repostería. Estas harinas integrales, no solamente son mejores a nivel nutricional, por su alto contenido en fibra, proteínas y triptófano, sino que además, tienen un toque dulce, con notas a frutos secos que armonizan con el plátano.
Dado que se trata de una receta muy ágil, iremos precalentando el horno con calor arriba y abajo a 180 ºC. Dispondremos un molde circular o de tipo loaf cake y lo pintaremos con alguna grasa, preferiblemente mantequilla. Usaremos una brocha o, en su defecto, el típico spray que suele verse en pastelería. Ahora forraremos el interior con un papel sulfurizado que quedará perfectamente adherido.
En un bol introduciremos el plátano pelado, el huevo, las harinas, el aceite, la levadura y la canela, es decir, todos los ingredientes, salvo las nueces, que las agregaremos posteriormente. Tan solo tendremos que triturarlos con el túrmix hasta obtener una mezcla homogénea. Hay quien prefiere añadir el plátano levemente chafado, dándole un toque más rústico y natural.
Tras esto, incorporaremos las nueces ligeramente troceadas, integrándolas con una lengua. Verteremos la mezcla resultante en el molde, y de modo opcional, colocaremos unas rebanadas de plátano en la superficie. Cuando el termostato del horno nos avise de que ya está caliente, introduciremos el molde sobre la rejilla media altura, horneándolo durante aproximadamente 45 minutos.
Es probable que el horno tienda a retostar la superficie del bizcocho, por lo que aconsejo cubrirlo previamente con un poco de papel de aluminio, cosa que podría solucionarse también colocando tan solo la resistencia baja del horno, a una temperatura de 200 º. Como sabréis, el tiempo de hornada depende bastante del aparato en cuestión y otras variables difícilmente medibles.
Antes de sacarlo del horno, nos cercioraremos de que ha quedado cocido, introduciendo para ello un palillo, el cual debe salir sin ningún rastro de humedad, o de lo contrario será necesario dilatar un poco más el tiempo. Lo sacaremos del horno, dejaremos que se atempere unos 5 minutos, y desmoldaremos sobre una rejilla que permita crear una corriente de aire por abajo.
Como sugerencia de presentación, os propongo acompañarlo de una suculenta quenelle de helado de piña o vainilla. Asimismo, si lo salpicáramos todo con un poco de sirope de chocolate, lograríamos dar forma a un postre espectacular y de una sencillez inusitada, aunque quizá un poco menos saludable si este es nuestro principal propósito. No son necesarios grandes artificios, ni conocer complejas técnicas de cocina, para llevar a cabo platos muy resultones y sorprendentes.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otros muchos postres caseros en la web de MEJOR POSTRE.