Las grasas aportan gran parte de la energía que nuestro cuerpo necesita, por eso forman parte de los nutrientes indispensables. Sin embargo hay que tomarlas de forma equilibrada y sabiendo distinguirlas. Las grasas poliinsaturadas (ácidos Omega 3 y Omega 6) son las más saludables, presentes en pescados azules sobre todo en el caso de los Omega3, y en frutos secos como las nueces que contiene los dos. Junto a éstas, son también beneficiosas las monoinsaturadas, las presentes, por ejemplo, en el aceite de oliva.
Por el contrario, las que hay que evitar y consumir lo menos posible son las de origen animal y de algunos aceites vegetales – las ácidos grasos saturados – y las que se encuentran en la bollería y comida industrial – ácidos grasos trans –. Son éstas las más dañinas y las que más causan que aumenten los niveles de colesterol y otras enfermedades cardiovasculares. Mientras que la ingesta de estos alimentos debería ser prácticamente nula, se aconseja que las grasas saturadas ocupen alrededor de una décima parte.
Lo más importante es hacer llegar esta información a los consumidores para que no eliminen el consumo de grasas de su dieta, sino que sepan seleccionar las más convenientes y reducir las más perjudiciales. Una precisa información nutricional es la clave para evitar el avance de la obesidad.
¿Conocías esta diferencia entre las grasas? ¿Cuidas equilibrar el consumo de las más buenas con respecto a las más perjudiciales?