Que luego vendrán las reclamaciones por que hemos llegado (sí, me incluyo, que yo cato todo lo que os enseño) con unos kilos de más a las navidades sin saber cómo ha pasado... Total, sólo probamos algún que otro pastelito de El Recetario de Lady Halcón, no sé de dónde habrán venido estos michelines... :P. En fin, que me voy por las ramas.
Vuelvo a traeros otra receta otoñal con la calabaza como protagonista, muy sencilla, que no tardaréis nada en prepararla y, con lo rica que está, tardaréis todavía menos en comérosla jaja.
La idea nos la dio la madre de mi cocinillas al ver que nos habíamos juntado de golpe con tres calabazas (sin contar con la que usamos en las barritas de Hummingbird Bakery, ya os contaré en otra entrada el por qué de este ataque calabacil). Nos propuso hacer una especie de calabaza encebollada, que cuando el cocinillas se metió en la cocina derivó en una mezcla entre ese plato, las patatas a lo pobre y su toque propio, que mi cocinillas nunca se puede resistir dárselo ;).
Es un plato ligero, que no de dieta, no os confundáis, y con muchos sabores entremezclados. En cada bocado te venía el sabor de la calabaza, o de la patata, un trocito de queso de cabra o un toque más marcado de la vinagreta de miel... Os aseguro que me habría comido la sartén enterita, y eso que hicimos para cuatro personas jajaja.
Ingredientes (para 4 personas)
1 calabaza pequeña
4 patatas medianas
1 cebolla morada
4 huevos
Queso de cabra (u otro que te guste)
Aceite de oliva y vinagre
1 cucharada pequeña de miel
Sal y pimienta
Preparación
Pela y lava todas las verduras. Córtalas a rodajas más o menos finas, como si fueras a hacer una tortilla de patata ;).
Pon un buen chorro de aceite en una sartén a fuego medio y cuando esté caliente añade la cebolla. Deja que se rehogue unos minutos hasta que empiece a estar un poco transparente, añade las patatas y salpimienta. Una vez que la patata comience a estar blanda, añade la calabaza y deja que todo se rehogue hasta que estén todos los ingredientes blandos.
Rectifica de sal si hiciera falta. Pon los cuatro huevos en un plato y mezcla las claras con las yemas con cuidado y sin llegar a batir por que no queremos que cojan aire. Añádelos a la sartén y remueve hasta que se cuajen. Retira del fuego.
Ya solo queda preparar la vinagreta. Solo tienes que añadir en un recipiente tres cucharadas soperas de aceite de oliva, una de vinagre, la miel y mezclar todo muy bien.
Para servir en un plato te puedes ayudar de un molde si quieres que te quede con la forma circular añadiendo por encima un poco de queso a trozos pequeños y la vinagreta al gusto.