Ahora sé que la disciplina militar no va conmigo y no hubiese aguantado más de 10 ó 12 días de instrucción, pero en aquella época me parecía que ser guardia civil era lo más indicado para una tipa dura como yo. Supongo que lo que me gustaba era dejar sin palabras a los chicos que se me acercaban, y con el rollito militar os aseguro que lo conseguía.
Mi vocación militar fue sin embargo efímera, y desapareció por completo cuando cumplí 11 años. Justamente saltó por los aires el día que me enamoré de un niño de 12 al que mi hermana y yo pusimos un indescifrable nombre clave: J. J. Decidí que ser una chica con todas las cosas de chica era lo mejor para el estado de mi corazón; retomé las Barbies y nunca más volví a llevar el pelo corto.
Muchos años después, ha querido el destino que en mi camino galletero haya encontrado una amiga que, además de ser simpatiquísima, guapa y súper femenina, es guardia civil. Y me parece que nunca en su vida pensó que lo acabaría siendo. El caso es que su petición de unas galletas de temática militar para el cumpleaños de su marido me pareció de lo más estimulante.
Mis galletas militares no son muy innovadoras, sencillamente busqué ideas por la red y me puse manos a la obra. Utilicé cortadores variados, incluyendo mis maravillosos Playmobil -porque estos muñequitos son otra de las aficiones del cumpleañero- un avión de Wilton, una elipse, un corazón…
Para decorar utilicé icing 10 segundos en tonos de camuflaje: negro, marrón, verde, beis y un poco de color carne. Y el maravilloso acabado de esos corazones se lo debo a mis nuevos tapices de silicona microperforados; un must que cualquier galletero debe tener sí o sí.
Creo que el cumpleañero disfrutó sus galletas, desde luego yo me divertí a lo grande preparándolas y dando rienda suelta al estampado de camuflaje, ya tenía ganas. El estampado de camuflaje no lo inventé yo; sino que lo hice siguiendo este tutorial de Sweetsugarbelle.
Al final -no hace falta decirlo- no me hice guardia civil; con los años incluso me volví un poco antimilitarista. Tampoco me casé con J.J., de hecho no volví a saber de él desde que mi profundo enamoramiento se esfumara, un par de meses después de comenzar.
En fin, así es la vida. Los que fueron grandes proyectos de la infancia son sólo tiernos recuerdos hoy. Pero con estas galletas he pasado un buen rato decorando y recordando. Y espero que vosotros también, con el relato de la –tan intensa como efímera- aventura militar de doctorcookies.