Recuerdo las veces que mi padre tenía de descanso en su trabajo, tendría yo cuatro o cinco años, solía llevarme con él.
En su bicicleta, en el sillín trasero, encima de la rueda amarraba una sillita de “nea” (enea) con una cuerda, me sentaban en ella y me amarraba bien fuerte a la silla, así sin más y orgulloso con su niña, me transportaba donde quiera que fuese, por todas las calles de El Palo.
En mi memoria se guarda esos dias en que siguiendo su costumbre con bicicleta o en “ coscó” (sentada en su cuello a horcajadas) siempre me llevaba con él.
La costumbre popular, nuestra cultura mediterránea, cultivar la amistad y hacer vida en la calle de los malagueños era muy habitual en los años 50, prácticamente igual que hoy en dia; pero entonces lo normal era ir a los bares, bodegas más bien, donde tomar copas de vino de la tierra, buenos caldos malagueños, moscateles, quitapenas, etc.... iban acompañados por una conchita blanca pequeña de cerámica donde gratuitamente servían una “tapa” generalmente de “pescaito frito”.
En la Real Academia de nuestra lengua, la palabra “tapa” la definen como un “andalucismo”.
Tapear o ir de tapas, es una costumbre muy nuestra, muy española; el origen en la historia de la gastronomía española me ha resultado complicado saberlo aunque me decido a creer que nos viene de la costumbre bien antigua de tapar las copas y vasos de vino en las tabernas y mesones con un trozo de pan o una rebanada de jamón para impedir que entrasen moscas o algún otro animalito o polvo en el interior.
A mi personalmente me gusta más decir vamos a “picar” algo, que vamos a tapear, pienso que es más malagueño; como es muy malagueña una tapa que no falta en nuestros bares: las gambas al pil pil.
No es ni más ni menos que gambas al ajillo, aunque si la piden así en Málaga, le dirán que no la tienen disponible, así que ya saben: Gambas al pil pil, una tapa muy malagueña.
En ésta ocasión las he preparado con langostinos, ya que en estas fechas con más de cinco días de levante fuerte no hay gambas frescas de Málaga en los mercados.
Para prepararlas:
En una cacerolita (si puede ser de barro es ideal) poner aceite de oliva virgen.
Pochar a fuego lento, sin que se llegue a dorar, dos dientes de ajo y una guindilla (pimiento chile). Retirarlos del aceite y reservar.
Echar los langostinos en el aceite y salar al gusto, removiéndolos para que se hagan por todos lados, lentamente.
Apartar del fuego y añadir una cucharadita de pimiento molido (a ser posible pimentón de La Vera), remover, agregar los ajos y el chile.
Servir muy caliente, a ser posible “tapado”.
¡¡ Disfrútenlos !!