La sangre nos convierte en parientes, pero la lealtad nos convierte en familia’
Una vez más mi curiosidad por saber, por aprender, me lleva a buscar el origen de la palabra familia, no lo que significa, sino su etimología, de donde nos llega a nuestro lenguaje, a nuestro dia a dia, y a veces el origen de las palabras que usamos puede llegar a sorprendernos.
¿Sabian que familia proviene del latín, concretamente de famulus, que a su vez deriva del osco, antigua lengua que se hablaba en el centro de la antigua itálica famel que quiere decir siervo, esclavo y más remotamente del sánscrito vama, que significa habitación, casa?.
Partiendo de esta etimología, en la antigüedad se consideraba familia al conjunto de personas y esclavos que habitaban con el señor de la casa.
Todo el mundo tiene una familia, unas raíces, una historia, pero no todo el mundo entiende la familia como nos han inculcado a través de años pasados, no sólo porque no todo el conjunto de personas que habiten en la misma casa son familia, mucho menos esclavos e incluso se es familia sin necesidad de vivir bajo el mismo. Aparte creo firmemente que el vínculo familiar no se lleva en la sangre, se lleva en el corazón, se nutre del respeto, de las vivencias, las experiencias y por supuesto del cariño y del amor que en definitiva es lo que realmente une a las personas.
Hay un antiguo dicho que sostiene que nadie elige a la familia en la que nace, pero que sin duda, puede escoger a aquella en la que vive o a la que quiere pertenecer.
Yo adoro a mi familia, es el motor y lo que da sentido a mi vida, sobre todo y ante todo a mi marido y a mis/nuestros hijos; y éstos últimos han ido añadiendo miembros, aumentando conforme ellos, los hijos, han ido creciendo y han ido a su vez incorporandonos a sus respectivas parejas.
Hoy, ésta entrada está dedicada para uno de los niños como yo suelo llamarlos y para su pareja: Mar. Ella, es joven pero a la vez muy madura, educada, muy trabajadora, inteligente, siempre sonriente, alta, guapísima, pero ante todo muy cariñosa con Pedro y esto, es lo más importante para quienes le queremos, muchísimo más para su padre, mi marido.
Hace unas semanas, Pedro y Mar, se fueron de viaje a Granada, ilusionados y felices nos contaron como disfrutaron de los bellísimos lugares, paisajes y monumentos de la capital granadina. Y como no, nos deleitaron no sólo con su experiencia cultural, sino también con la gastronómica…..¡¡ qué buenísimas estaban unas croquetas que probamos: de langostinos al pimpi !!.
No, no me lo pidieron, no me dijeron que querían, pero tardé cero coma en hacerles croquetas de langostinos al pimpi….y por supuesto guardarles un táper en el congelador para que ellos lo disfrutaran en su casa.
Llegaron como cada fin de semana, abriendo las tapas de las cacerolas y sartenes de la cocina, oliendo los aromas que salen del horno, preguntándome por su pastel de caramelo, pero su sorpresa fue que en la mesa ya tenían las croquetas que tanto les gustó en Granada. Mi regalo fue su comentario: las mejores que hemos comido!!!!
¿Qué Vds. no las han probado? Pues venga, manos a la obra, mejor dicho a la masa. Les cuento como se las preparé y les animo a hacerlas para disfrute de toda la familia.
¿Cómo las hice?
Ingredientes:
Para los langostinos al pil-pil (en ÉSTE enlace podrán ver el paso a paso de como hacerlos, bien con gambas o los langostinos:
16 langostinos grandes, 4 dientes de ajo, dos guindillas (pimientos chiles pequeños), medio vaso mediano de aceite de oliva virgen extra, una cucharada pequeña de pimentón dulce (pimiento molido) y sal.
Para las croquetas:
Un vaso de harina de trigo, una cucharada pequeña de pimentón, dos vasos medianos de leche entera, un vaso pequeño de agua, pan rallado, dos huevos y sal.
Los pasos a seguir:
Pelar los langostinos y reservar la carne las cabezas y piel por separado.
Pelar y picar los ajos en láminas.
En una sartén echar el aceite, los ajos y el pimiento chile. Ponerla en el fuego y dejar pochar sin que se lleguen a dorar.
Añadir los langostinos, salar al gusto, dejándolo hacer durante uno o dos minutos,
darles la vuelta y no necesita más cocción,
removiendo de vez en cuando a fin de que ligue el aceite con el jugo de las gambas, como si de un pil-pil se tratara.
Apartar del fuego y agregar el pimentón, remover bien.
Sacar los langostinos junto con los ajitos escurriendo bien el aceite aceite y reservar ambos. Desechar los pimientos chiles picantes.
Mientras en una cacerolita pequeña echar una cucharada de aceite y una vez caliente freir las cabezas y la piel de los langostinos, removiendo y estrujando las cabezas a fin de que suelten su jugo.
Cuando estén dorados, añadir el agua, llevar a ebullición dejando cocer durante un minuto. Colar y reservar el caldo resultante.
En una picadora (si no tienen pueden hacerlo con la minipimer) picar los langostinos junto con los ajitos
de forma que queden una masa no demasiado fina, pero con cuidado de que no queden tropezones demasiado gruesos.
Poner una sartén grande en el fuego y echar en ella el aceite del pil pil, una vez caliente agregar la carne picada de los langostinos, removiendo durante un minuto.
Añadir la harina y una cucharada más de pimentón,
dándoles a continuación unas vueltecitas para mezclar todo y que se tueste un pelín la harina (así conseguiremos que no sepa a harina cruda).
En ese momento añadir el caldo de los langostinos y la leche. Probar de sal y si es necesario rectificar en éste momento.
Ir removiendo con unas varillas continuando con una cuchara de madera hasta conseguir que la masa sea homogénea y compacta, procurando que no queden grumos de harina (si es necesario añadir más leche)
Remover continuamente, hasta que se despegue de las paredes de la sartén, procurando siempre que no se pegue, ni se queme la masa.
Hay que procurar que queden ni muy espesa, ni demasiado clara.
Pasar la masa a un recipiente, suelo usar una fuente grande.
Taparlo con film transparente especial para cocina, así no le saldrá costra y dejarla enfriar a temperatura ambiente.
La masa requiere un tiempo de reposo antes de darle forma. Yo suelo dejarla como mínimo unas cuatro o cinco horas.
Cuando la masa esté bien reposada y fría, comenzamos a empanar las croquetas, para ello preparar los elementos necesarios:
Batir en un plato los dos huevos con un pellizquito de sal; es conveniente batir durante uno o dos minutos a fin de que no queden partes de la clara sin batir bien, ya que se quedarían adheridos a la croqueta y caerían al pan rallado al rebozarlas, y lo llenaría de grumos. Si esto ocurriera, retirar con las manos.
En un cuenco con bastante fondo (a ser posible de plástico para que se pueda manejar bien), echar el pan rallado.
Un plato llano y el recipiente donde vayamos a colocar las croquetas.
Lógicamente y es obvio, las manos tienen que estar bien limpias o usar guantes especiales para cocinar (los que suelen usar los cirujanos….).
Coger una porción de la masa con la mano derecha, posar la mano izquierda en el pan rallado quedando éste adherido en parte en la palma lógicamente.
Poner la masa en la palma y haciendo movimientos tanto con las palmas de las manos, como con los dedos, dando la forma de croqueta e ir dejándola en el plato llano. Unas al lado de otras, hasta que las tengamos todas hechas.
Ir empapando las croquetas (suelo hacerlas de siete en siete…manías que tiene una en la cocina) en el huevo batido de forma que queden totalmente cubiertas de huevo.
Cogerlas una a una, escurriendo y pasándolas al cuenco de pan rallado, haciendo movimientos envolventes con cierta energía, de forma que irán rozando unas contra otras quedando el pan rallado bien adherido, lisas y redondeadas.
(En ocasiones, sobre todo si me sobra huevo, suelo hacer un doble rebozado, pasándolas nuevamente por huevo y pan rallado, dándoles una mayor consistencia a la croqueta).
Antes de freir las croquetas es conveniente dejarlas que tomen cuerpo en el frigorífico durante unas cuantas horas como mínimo. Suelo tener un recipiente especial para ello con su tapadera correspondiente.
En éste momento se pueden congelar, descongelando totalmente, a temperatura ambiente antes de freirlas.
A la hora de freírlas se puede hacer en sartén, una cacerolita con fondo o en freidora (ésta última es mi preferida, donde siempre las hago). Lógicamente aconsejo aceite de oliva y que el aceite esté bien caliente y siempre, durante toda la fritura, a temperatura constante.
No echar en el recipiente muchas croquetas a la vez (bajaría la temperatura del aceite y las croquetas quedarían grasientas) y que éstas queden sumergidas por completo en el aceite bien caliente como he indicado anteriormente .
Una vez fritas las croquetas (deben quedar bien doraditas), escurrirlas bien (la freidora ya tiene una cestita para sacar las piezas del aceite; si se usa sartén u otro recipiente usar un colador para freírlas) y posteriormente colocarlas en un papel de cocina a fin de que éste absorba el excedente de aceite.
Disfrutenlas y haga disfrutar a quienes quieren.....a su familia.
Dedicada a las parejas de nuestros hijos: Marta, Antonio y especialmente hoy, con ésta receta a Mar.