Desde que comencé la andadura con mi blog de La Receta de la Abuela he querido poner en valor la importancia de las legumbres, un producto antaño sacralizado y hoy injustamente olvidado.
Los guisantes con jamón, las judías pintas o las fabes con almejas son solo algunos de los ejemplos de recetas que se han dejado ver por el portal, todas con un rotundo éxito.
A muchas personas estos platos de cuchara les producen cierto reparo debido a su alto contenido en grasas. Observamos que las legumbres pueden cocinarse también de forma saludable, convirtiéndose en las protagonistas de un plato muy equilibrado, como las lentejas de verduras que nos ocupan.
Quizá el ejemplo más claro de lo que supone caer relegado al vertedero gastronómico de la historia sea el de la lenteja. Poco a poco consiguió ganar adeptos, pasando de ser forraje para ganado a un alimento básico, para más tarde ser encumbrada por los nutricionistas.
No tenemos demasiado claros sus orígenes, aunque es probable que surgiera en algún lugar de Siria, ya que distintos restos arqueológicos han revelado su presencia hace más de 1000 años. Es más, aún existen ejemplares de lenteja silvestre en la actual Siria.
La primera cultura en interesarse por ellas como alimento fueron los egipcios, quienes de buena gana la incluyeron como un alimento básico en su dieta. Destacamos de ellas sobre todo su alto contenido en proteína.
En el mundo existen tantas variedades como culturas y maneras de cocinarlas. Si miramos hacia dentro de nuestras fronteras, la Lenteja de Armuña y la de Tierra de Campos, destacan por su sabor y textura, luciendo orgullosas el sello I.G.P. (Indicación Geográfica Protegida).
Una que particularmente me parece interesante, especialmente para las dietas altas en proteínas, es la Beluga, que recibe su nombre por la similitud que guarda con el caviar.
Ingredientes:
Lenteja de Armuña 320 g.
Cebolla morada 2 unidades
Puerro 1 unidad
Tomate pera 2 unidades
Ajos 2 unidades
Setas de temporada o champiñones 250 g.
Calabaza 300 g.
Pimiento choricero 1 unidad
Caldo de verduras 1,5 l.
Tomillo fresco
Aceite de oliva virgen extra
Queso azul 75 g.
Pimienta negra
Sal
Elaboración:
Anteriormente, os mostré cómo preparar un delicioso caldo de verduras que servirá para mojar la mayoría de platos de cuchara vegetarianos. Otra opción igualmente válida pasa por adquirirlo en formato tetrabrik, aunque os aconsejo prepararlo en casa. En primer lugar, limpiaremos las lentejas para desproveerlas de cualquier impureza, escurriéndolas y reservándolas.
Hidrataremos el pimiento choricero en agua tibia durante 45 minutos aproximadamente, siendo lo ideal hacerlo lentamente un par de horas antes. Lo secaremos bien, despepitándolo y quitándole la pulpa con una cuchara o una puntilla. Reservaremos. Dejaremos preparada toda la mise and place picando en brunoise las cebollas, el puerro y los ajos, además del tomate en concassé.
Pelaremos y cortaremos la calabaza en dados de unos 2 cm. de lado. En un sauté, o en una sartén honda en su defecto, sofreiremos los ajos junto a las cebollas y el puerro, con un fino chorrito de aceite de oliva virgen extra a fuego bajo. Las hortalizas tienen que sudar, cocinándose lentamente por 20 minutos. A título personal me gusta añadir una nuez de mantequilla que siempre potencia y mejora el sabor de las verduritas.
Incorporaremos la pulpa del pimiento choricero, así como los tomates. Seguiremos removiendo y salpimentaremos. En caso de que las setas tuvieran un tamaño importante, las cortaremos, dejándolas reservadas en un plato para agregarlas más tarde. Entre tanto coceremos las lentejas aparte cubriéndolas con el caldo y llevándolas a ebullición a fuego suave unos 50 minutos.
El tiempo de cocción es variará mucho en función de la dureza del agua. En olla ultrarrápida no se demorarán más de unos 15 minutos, un método de cocción fantástico sobre el que podréis empaparos en el artículo sobre las mejores ollas express que escribí. Cuando la cocción esté más o menos a la mitad, sumaremos el sofrito anterior de verduras, la calabaza y perfumándolo con el tomillo.
Tras unos minutos, echaremos las setas, que requiere de un tiempo de cocción menor. Una vez las lentejas se encuentren completamente cocidas, y habiendo reservado un poco del caldo de las verduras, corregiremos de ser preciso, obteniendo un guiso ligeramente caldoso. Rectificaremos de sal y pimienta, dejándolas reposar unos minutos antes de disponernos a servirlas.
Como sugerencia de presentación os propongo presentarlas en un plato Quijote, trocear el queso de manera tosca esparciéndolo por encima. Finiquitar con una ramita de cebollino. Sin duda un plato tradicional, pero un poco diferente al plato habitual de lentejas con chorizo de la abuela, y que pone de manifiesto el potencial infinito de las legumbres. Si tuviera que quedarme con una seta para acompañar las lentejas, sería seguramente con el níscalo.
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otras muchas recetas tradicionales caseras en la web de La Receta de la Abuela.