Tortilla típica de Granada, que entre sus ingredientes lleva lo único que yo no como: vísceras, concretamente lleva sesos y criadillas. Así que no cunda el pánico si como yo, eres de los que no comen estas cositas [que seguro están muy buenas y tienen muchísimo alimento O_O], porque para gustos están los colores y también tenemos la versión que hoy os presento, la tortilla favorita de mi hijo.
Pelamos, lavamos y cortamos en cuadritos 6 patatas grandes, le ponemos sal y las freímos en abundante aceite de oliva. Cuando llevan unos 5 minutos en la sartén, le añadimos una cebolla grande también picada en cuadritos y un pimiento grande entreverado [rojo-verde] igualmente cortado y removemos bien.
Cuando vemos que ya está todo casi listo, y las patatas están empezando a dorarse, le agregamos un chorizo picado y unas lonchas de jamón serrano a taquitos, le damos unas vueltas y apartamos.
Mientras todo se estaba friendo, batimos en un bol profundo 5 ó 6 huevos [dependiendo del tamaño de las patatas] y en cuanto apartamos la sartenada, le vamos poniendo la mezcla a los huevos, escurriendo bien el aceite y removiendo para que todo de impregne del huevo.
En una sartén antiadherente profunda, ponemos un poco del aceite anterior a calentar y vertemos la mezcla de tortilla, dejándola que cuaje a fuego medio-bajo. A mitad de la cocción le damos la vuelta y hacemos por la lado contrario.
No os quedéis sin probarla, esta tortilla se merece un piso en el centro por lo menos, es super completa y sabrosa, o sea, de todo menos light. ¿Y vosotros, tenéis una versión de la tortilla Sacromonte?