Ofrenda a Bécquer - Obleas rellenas de Tocino de Cielo sobre Crema de Azahar


Los postres son los epílogos de todos

los cuentos de hadas,

amortiguan los sonidos

y terminan con la conversación

Del film; Un toque de Canela

XXII




¿Cómo vive esa rosa que has prendido

junto a tu corazón?

Nunca hasta ahora contemplé en la tierra

sobre el volcán la flor.



Llegamos al final del ciclo dedicado a Gustavo Adolfo Bécquer, hoy tocan los postres, dejando para ello sus versos y rimas.

El libro de los Gorriones, es la colección que da título al manuscrito. Demasiadas curiosidades entorno a él para detenernos en el devenir de su historia, esta es una entrada principalmente de cocina, y sin embargo, en ningún instante ha dejado de seducirme la voz del poeta. Dejando para el postre su formidable lírica y con la intención de que esta se entone entre nuestros últimos bocados.

Si algo he aprendido en torno a la figura de Bécquer es como fue capaz de transformar, el más obtuso de los caminos en un prado cubierto de flores. Conformando la poesía del siglo XIX, en la más hermosas de las primaveras.

Nos toca retornar a Sevilla, a su lugar de nacimiento, a las calles Conde de Barajas, Mendoza Ríos, Jesús del Gran Poder, Santa Clara, San Lorenzo o al Convento de Santa Inés, donde Gustavo subscribió en leyenda su huella inmortal.
Te amamos al igual se ama al padre, al silencio o a esa brisa perfumada que recorre cada atardecer las calles de Sevilla. Tu mirada, siempre elegante, nos permite obtener el lado más amable de nuestra vida. Contigo transitamos, mientras en todo este devenir de idas y vueltas, a ti siempre regresamos.





I




Yo sé un himno gigante y extraño

que anuncia en la noche del alma una aurora,

y estas páginas son de ese himno

cadencias que el aire dilata en sombras.

INGREDIENTES

Para las Obleas

150 gramos de harina de trigo normal.

25 gramos de maicena.

Aceite de oliva o mantequilla

(Lo equivalente a una cucharada sopera)

70 gramos de azúcar

350 ml. de leche

Anís en grano

(un pellizco)

Tres huevos

Para la Crema de Azahar



80 gramos de arroz de grano redondo

1/2 litro de leche

1/4 litro de nata (crema de leche) para montar

125 gramos de azúcar blanco

Una corteza de canela en rama

Una piel de limón

Un clavo de olor

Agua de Azahar

(Especial repostería)

Para el Tocino de Cielo




375 gramos de azúcar

375 cl. de agua

Tres huevos medianos

Cuatro yemas de huevo frescas




Para el Caramelo



Cuatro cucharadas de azúcar

Un chorrito de agua







XIII



Tu pupila es azul cuando ríes,

su claridad suave me recuerda

el trémulo fulgor de la mañana

que en el mar se refleja.

Tu pupila es azul y cuando lloras,

las transparentes lágrimas en ella

se me figuran gotas de rocío

sobre una violeta.

Tu pupila es azul y si en su fondo

como un punto de luz radia una idea,

me parece en el cielo de la tarde

una perdida estrella.



IV

No digáis que agotado su tesoro,

de asuntos falta enmudeció la lira.

Podrá no haber poetas, pero siempre

habrá poesía.



Mientras las ondas de la luz al beso

palpitan encendidas,

mientras el sol las desgarradas nubes

de fuego y oro vista,

mientras el aire en su regazo lleve

perfumes y armonías,

mientras haya en el mundo primavera,

¡habrá poesía!

ELABORACIÓN




Las Obleas



En un recipiente apropiado, como el vaso destinado para la túrmix o una jarra, disponemos de los ingredientes que hemos mencionado. Los trituramos comprobando el espesor y consistencia de la masa, si lo vemos necesario añadimos un poco más de harina hasta que quede una masa uniforme, pero poco espesa.

La sartén debe ser muy fina, en mi caso he utilizado una especial para elaborar crepes. La calentamos al fuego, refregando antes con un trozo de tocino la base y con la intención de que se desprenda fácilmente la masa que debe pillar la totalidad de la base de la sartén.

Fuego suave, dejemos que cuaje, al igual de una tortilla se tratara, debe quedar con el mínimo grosor posible. Una vez cuajada, con un cuchillo pequeño y de punta redonda, desprendemos por un borde la oblea y con la ayuda de nuestros dedos le damos la vuelta. Comprobaremos que se ha dorado, por lo que rápidamente y nada más cuajar, la apartamos. Así, hasta consumir toda la masa. Si nos sobran obleas no preocuparos, ya que las podemos congelar para futuras elaboraciones, tal como se hace en la hostelería.

La Crema de Azahar

Poner la leche a calentar en un cazo, a fuego medio; junto con el azúcar, la cascara de limón y la canela en rama. Aguardamos a que hierva, y añadimos el arroz cuando comience a hervir. Entonces bajamos el fuego y removemos para que se suelte el arroz.
Dejamos que cueza, removiendo de vez en cuando para que no se pegue, retiramos cuando apenas nos quede leche y según se prefiera, más o menos caldoso. Añadimos la mantequilla y removemos para que esta se derrita. Pasamos y trituramos con una batidora.




El Tocino de Cielo



Preparamos el caramelo, calentamos el azúcar y el agua a fuego vivo, hasta que empiece a caramelizar y lo vertemos en el molde. Dejamos que el caramelo cubra el fondo del molde y dejamos enfriar.

Calentamos el agua en una cazuela y añadimos el medio kilo de azúcar.

Dejamos que hierva a fuego alto durante unos tres minutos. Luego, bajamos el fuego y dejamos que se elabore un almíbar ligero a durante otros doce minutos, aproximadamente.

Dejamos reposar el almíbar para que enfríe.

Tenemos trabajo por delante, aunque todo depende de si queremos elaborar el plato completo o bien nos decidimos por comprar algunos de sus ingredientes ya elaborados comercialmente, como por ejemplo el Tocino de Cielo o las Obleas.

La composición es el secreto de este plato, junto con la justa mezcolanza y el equilibrio de los azúcares y aromas.

Se trata de ajustar a la perfección las piezas que compondrán el puzle.

Las Obleas deberán quedarnos elásticas para que pueda envolver en forma de bolsa el tocino de cielo, por lo tanto, no nos valdrán muchas de las que venden los supermercados. El Tocino de Cielo ya hemos mencionado su elaboración.

Suponiendo la Crema de Arroz la base del plato; la esparciremos con una cucharilla y sobre ella colocaremos las obleas que habrán de guardar en su interior el Tocino de Cielo, tal si fuese una sorpresa, así que os pediría una mentalidad poética para dar rienda suelta a vuestra imaginación. Junto al Tocino de Cielo podemos depositar guindas, frutos del bosque, cabello de ángel o picada de frutos secos...

Para regar el plato, me decantaría por perfumarlo de algún aroma suculento, en este caso hemos decidido esencia de azahar. para ello habremos de cerrar los ojos e invocar una fórmula mágica henchida de versos.



XIV

De mi alcoba en el ángulo los miro

desasidos fantásticos lucir;

cuando duermo lo siento que se ciernen

de par en par abiertos sobre mí.

Yo sé que hay fuegos fatuos que en la noche

llevan al caminante a perecer;

yo me siento arrastrado por tus ojos,

pero dónde me arrastran, no lo sé.

OBSERVACIONES

Probé las Obleas, rellenas de sorpresa, en Madrid hace muchos años. Ya hemos dicho que la cuestión principal es dejarnos llevar por la intuición.

Como alternativa le va bien un sirope de frambuesas o fruta de la pasión, a tened en cuenta que el Tocino de Cielo ya lleva su caramelo.

No sería mala idea acompañar el plato con un cofrecillo donde depositaremos un verso en su interior, para una vez consumido el plato sea leído en voz alta por el comensal

Si en Sevilla existe un olor que reina sobre todos los demás; ese es el del Azahar en primavera, o puede que también La dama de noche, reina de los patios sevillanos.

Había que decidir, y fue en el patio del Convento de Santa Inés donde me vino la configuración del plato. Siendo lo único componente que echo en falta el del Cabello de Ángel, que bien podría acompañar como amante al Tocino de Cielo, en esa celda oscura que compone el interior de la Oblea; tal si estos conformasen una unión, misteriosa y profunda, de esas historias que tanto gustaban al poeta.

¿La música? Por favor con este plato que no nos falte el arpa o la lira...



V

Espíritu sin nombre,

indefinible esencia,

yo vivo con la vida

sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío,

del sol tiemblo en la hoguera,

palpito entre las sombras

y floto con las nieblas...

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