Uuuufff!!! Esta semana casi no llego para escribiros el post.
Tenía pensada la receta ya hace días y la verdad es que es super rápida de hacer. Pero, entre una cosa y otra, nos hemos plantado en el viernes y la entrada sin hacer.
Hoy os traigo una panna cotta de dulce de leche. Bueno, una no, varias, porque este postre también es para hacer en raciones individuales.
Según la Wikipedia, “la panna cotta (en italiano literalmente nata (crema de leche) cocida) es un postre típico de la región italiana del Piamonte, elaborado a partir de crema de leche, azúcar y gelatificantes, que se suele adornar con mermeladas de frutas rojas. Recuerda al flan, pero su sabor es más lácteo y tiene una textura más parecida a la de la gelatina que a la del flan”
Ya la había hecho anteriormente. Es una receta de las que aprendimos en el curso online de Alma Obregón, lo que pasa es que la otra vez la hice de chocolate. Esta vez he usado dulce de leche, por tres razones: porque tenía un bote en casa que había usado en recetas anteriores y hay que aprovechar, porque en uno de los últimos libros de Alma (“Un año de dulces”) ella usa ese sabor y me dio la idea, y la última pero no menos importante, porque está buenísimo!
No sé si alguien no ha probado nunca el dulce de leche pero sabe como los caramelos de tofe de toda la vida, para que os hagáis idea (o así me sabe a mí).
INGREDIENTES:
200 ml de leche entera
300 ml de nata (crema de leche) para montar 35% M.G.
2 cucharadas de azúcar
Unos 6 gramos de gelatina, que en mi caso han sido 3 hojas y media (supongo que en función del tamaño de las hojas, igual son más o menos, aunque son casi todas parecidas)
3 cucharadas de dulce de leche (yo lo compro en tiendas de repostería, bien físicas, bien por internet, podéis encontrar aquí)
La receta es tan sencilla como esto.
Por un lado metéis en un cuenco con agua fría las hojas de gelatina y las dejáis allí para que se hidraten.
Y por otro lado, echáis todos los demás ingredientes en un cazo y los ponéis al fuego. Vamos removiendo para que se vaya deshaciendo e integrando todo. No tarda mucho pero tenemos que remover. La mezcla debe llegar a unos 50°. Aquí surge el único problema de la receta. Necesitáis un termómetro de cocina para poder medir la temperatura de la mezcla.
Os cuento mi experiencia. Yo tengo uno y al hacer esta receta, iba a usarlo pero se quedó sin pilas (cosas que pasan…) así que cuando lo metía para medir los grados se me apagaba. Creo que llegué a ver que estaba más caliente de lo que debía pero como no funcionaba lo hice a ojo. Removí todo hasta que se deshizo todo bien, bajé el fuego al mínimo para que se fuera enfriando un poquito, lo saqué del fuego (siempre removiendo a menudo) y eché la gelatina. La tenéis que escurrir y echar al cazo y remover para que se deshaga.
A mí me ha salido bien pero, si queréis estar seguros, pues nada, a comprar un termómetro de cocina con buenas pilas.
Lo último que queda es echar un poquito de la mezcla en casa vasito o recipiente que vayáis a usar y lo metéis en la nevera unas 4 horas. Y a comer!!!!
Yo, para decorar, he usado, en unos nata montada (crema de leche) y, en otros, frambuesas frescas, pero ya sabéis, eso al gusto!!!
Espero que os haya gustado!!! Aprovechad el finde para hacerlos!!!
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Un beso