Pisto de mamá
Hace poco compartí la receta del pisto Manchego de mi abuela (para verla, haz click aquí) y hoy os traigo la versión del pisto de mi madre aprovechando esta bajada de temperaturas y (¿a quién vamos a engañar?), ¡¡no hace falta excusa para disfrutar de una comida tan rica!!
Ambas recetas están buenísimas y no podría elegir una entre ambas ya que no tienen nada que ver la una con la otra. Este pisto, además de calabacín tiene un gusto dulce que, simplemente enamora a quien lo prueba. Así que, si no me crees, te animo a probarlo y a que me cuentes tú mismo/a.
El secreto del pisto perfecto creo que es el mimo y hacerlo con tiempo; es una receta que necesita mucho tiempo para hacerse y que todos los sabores se potencien al máximo. Lo bueno es que no tienes que estar todo el tiempo encima removiendo, sino que puedes dejar que se haga mientras haces otras cosas (eso sí, remueve de vez en cuando para que no se agarre al fondo ni se queme).
A no ser que tengas una sartén bastante grande, te recomiendo que lo hagas en una cazuela para poder remover todo bien, ya que, hasta que la verdura reduce, parece que estamos haciendo pisto para medio vecindario. Yo suelo hacer para que sobre y así me dejo congelados un par de táperes para disfrutar de un buen pisto casero en cualquier momento.
¡Vamos al lío!
Ingredientes (4 personas):
2 cebollas medianas
1 calabacín grande
1 pimiento rojo grande
1 pimiento verde grande
1 cucharada de aceite de oliva (unos 20 ml. aproximadamente)
1 lata pequeña de tomate triturado (400 gramos)
Sal
Edulcorante (yo usé eritritol)
Procedimiento:
Pela y pica las cebollas en cubitos de tamaño medio (no hace falta que sean súper pequeños, ya que después reducirá toda la verdura).
En una cazuela, pon el aceite y la cebolla y empieza a calentarlo a fuego alto hasta que la cebolla comience a hacer ruido y nos indique que está empezando a pocharse. En ese momento, baja el fuego y ponlo bajo (yo lo puse al 3 de 9 niveles que tiene la vitro).
Mientras la cebolla se pocha, lava y pica en cubitos los pimientos y el calabacín y reserva hasta que la cebolla esté transparente.
Cuando la cebolla quede transparente, añade el resto de la verdura, remueve todo bien y tapa la cazuela. Deja que se cocine a fuego lento unos 45 minutos (removiendo de vez en cuando) y, pasado este tiempo, destapa la cazuela y sigue cocinando con la cazuela destapada para que el agua que ha soltado la verdura se empiece a evaporar.
Sigue removiendo de vez en cuando y, cuando la verdura esté bien tiernecita, añade la lata de tomate triturado, la sal y el edulcorante. En mi caso, utilizo eritritol, pero puedes usar stevia o el edulcorante que utilices normalmente. Personalmente, me gusta más el eritritol ya que es un edulcorante sin calorías muy parecido al azúcar. Lo compro en Amazon y además es de producción española, por lo que estamos comprando cosas de producción local que, además de ser bueno para las empresas, también lo es para el medio ambiente. Te dejo el link del eritritol que uso aquí por si te interesa.
Deja otra media hora de cocción para que el tomate reduzca y los sabores se concentren, prueba y rectifica sal o edulcorante si es necesario.
En mi caso, he añadido 5 cucharadas rasas de eritritol, ya que lo mejor de este pisto es el toque ligeramente dulce que deja el tomate, pero esto es totalmente personal, puedes añadir más, menos o no añadirle nada directamente.
Y nada mejor para disfrutar de un pisto que acompañar con un huevo, en este caso, un huevo a la plancha y pan 100% integral (este es de mercadona).
Como ves, es una receta muy sencilla que, aunque lleva tiempo, realmente no es muy esclava ya que, con remover de vez en cuando, la verdura se va haciendo a su ritmo y a su amor para que disfrutes de un platazo de lujo.
Espero que te animes a probar y me cuentes qué te ha parecido :)