Las semanas previas a las vacaciones siempre se hacen eternas y este año más, el calor y estar en la recta final del embarazo no ayudan, por primera vez en los diez años que vivimos en nuestra casa de campo echo de menos el aire acondicionado.
Este año no viajaremos, agosto viene plagado de monitores, ginecólogos y matronas, además aprovecharemos para preparar la llegada del bebé y desempolvar todos los enseres que tengo guardados, momento que por cierto temo, después de meses de "decluttering" hay que volver a llenar la casa, aunque con muchas menos cosas que con mi primer hijo, ahora tengo otra perspectiva de lo que realmente es necesario en la crianza de un bebé.
Recuerdo hace ocho años la locura de compras que sufrimos mi marido y yo con la llegada de Pedro, era además el primer nieto y esa locura se trasladó a las dos familias; ropa, juguetes, muebles, sillitas, trona, hamaquita, gadgets, no le faltó detalle a mi niño y por supuesto de todo, lo mejor.
No se si aprovechamos el 50 por ciento de todo lo que compramos, hoy al abrir algunas cajas de lo que guardé, muchas cosas aún llevan la etiqueta o están sin usar, afortunadamente después han venido cinco primas que han aprovechado algunas cosas, pero al ser el único chico... otras se han quedado sin usar.
No quiero cometer los mismos errores con Aníbal (seguramente cometa otros), de momento no he comprado nada y eso ya es un comienzo, mis hermanas me han pasado ropita ya que Pedro nació en febrero y no puedo aprovechar la suya y quiero usar la cuna de mi abuela que me ha restaurado mi suegro, me hace mucha ilusión y se que a ella también le gustaría, pronto os la enseñaré.
El calor y la pesadez hacen que no me apetezca enredar mucho en la cocina, si siempre he buscado recetas rápidas... ahora más, pero haciendo la versión más sana posible.
Mi media naranja ha dado el paso hacia el veganismo, así que he sustituído el huevo de la masa de calabacín de la receta original por un par de cucharadas de harina de garbanzo y un chorro de aceite de oliva, el resultado ha sido satisfactorio, está riquísima aunque mejor comerla con cuchillo y tenedor.
Lo más interesante de esta receta es la masa de la pizza hecha con calabacín, se cocina un poco más rápida que la de pizza de coliflor y a mi personalmente me gusta más, aunque el proceso es similar.
Para completar la pizza usé chorizo y queso vegano de PAN, MIJO Y HABAS que tenía en el frigo, pero podéis echarle lo que os apetezca.
INGREDIENTES
Masa
Dos calabacines medianos.
Dos cucharadas de harina de garbanzo.
Aceite de oliva.
Queso vegano rallado.
Orégano, sal y pimienta.
Dos dientes de ajo picado.
Cubierta
Tomate frito.
Chorizo vegano.
Queso vegano rallado.
INSTRUCCIONES
Picamos el calabacín con el procesador de alimentos o con un rallador y metemos en el microondas cinco minutos a potencia máxima.
Dejamos enfriar y escurrimos todo el agua posible con un colador, este paso es importante porque si le dejamos agua a la masa, será más difícil que endurezca luego.
Precalentamos el horno a 230º y mezclamos el calabacín con el queso rallado, el orégano, los dientes de ajo picados, las cucharadas de harina de garbanzo y el chorro de aceite de oliva, amasamos y hacemos pequeñas bolas para hacer minipizzas o utilizamos una bandeja de horno grande y cubrimos toda la base, no dejar los bordes muy finos para que no se quemen. Horneamos durante 15 minutos aproximadamente.
Cubrimos la masa de pizza con tomate frito y añadimos el chorizo en rodajas y el queso rallado por encima, horneamos cinco minutos más y listo. ¡¡¡A DISFRUTAR!!!
¿COMO LLEVÁIS LOS CALORES?
¿CONOCÍAIS ESTA VERSIÓN DE LA PIZZA?