No obstante, aunque podamos considerar a China, y la región de Hunán en particular, como epicentro de esta deliciosa receta, lo cierto es que en nuestro país se ha venido abonando una tradición similar desde hace tiempo, y ahí es donde entra esta receta de pollo a la naranja de la abuela que hoy os traigo
La receta original, o mejor dicho, aquella que tiene mayor aceptación en los restaurantes de comida asiática, consta de pequeñas tiras de pollo rebozado y frito, que posteriormente se bañan en una salsa caramelizada de naranja.
Esta forma de elaboración, profundamente occidentalizada, es la que goza de mayor aceptación, y la que llevaremos a cabo hoy.
Cómo hacer pollo a la naranja de la abuela
Existen una serie de claves, o aspectos fundamentales, que debemos tomar en consideración para prepararlo.En primer lugar, la calidad del pollo, así como la elección del corte apropiado.
Personalmente, me decanto por un pollo ecológico, y más en específico, por los contramuslos, los cuales, por sus propias características de terneza y jugosidad, darán un resultado óptimo. Tampoco resulta imprescindible emplear pollo ecológico, aunque no hace falta decir que esto también redundará en la calidad final del plato.
Por otro lado, un marinado equilibrado marcará la diferencia.
Resulta frecuente en Asia que las carnes, antes de cocinarlas, pasen por un marinado, impregnándolas de un sabor muy potente.
Nunca puede faltar la soja, esta salsa fermentada aportará profundidad de sabor y sazón a las muchas veces insípida carne de pollo.
Tampoco hay que obviar algún elemento ácido, como el vinagre de arroz o, en su defecto, el vinagre de manzana.
Remataremos endulzando la mezcla con miel y un toque picante de jengibre.
Ingredientes:
Contramuslos de pollo 4 unidades
Naranjas dulces 2 unidades
Cebolleta 1 unidad
Ajo 1 unidad
Jengibre rallado 1 cucharadita
Salsa de soja 30 ml.
Vinagre de arroz 10 ml.
Miel 25 g.
Maicena o goma xantana 1 cucharadita
Cayena 1 unidad
Vino blanco 40 ml.
Pimienta negra
Semillas de sésamo
Aceite vegetal 20 ml.
Sal
Elaboración:
Una de las principales premisas de la cocina pasa por facilitarle al comensal el acto de comer, eliminando obstáculos innecesarios, como es el caso de los huesos en la carne. Pese a que la abuela no reparaba en estas minucias, recomiendo que nosotros sí lo hagamos. Primeramente, deshuesaremos los contramuslos de pollo, realizando para ello una incisión en la parte posterior que vaya desde la pata o jamoncito hasta el contramuslo propiamente dicho, utilizando una puntilla o deshuesador.
A continuación, con la hoja pegada al hueso, iremos separando la carne con cuidado y paciencia. La idea principal es obtener el mínimo desperdicio posible. Conservaremos la piel, y cortaremos los contramuslos en trozos algo más pequeños de como los haríamos para un guiso tradicional. Los introduciremos en un bol, cubriéndolos con la mezcla de soja, un ajo rallado, zumo de naranja, jengibre, vinagre, la miel y vino, salpimentándolos previamente. Taparemos con papel film.
Guardaremos en la nevera por al menos 2 horas, tiempo suficiente para que los sabores y aromas se entremezclen. Transcurrido el tiempo, escurriremos el pollo y reservaremos el marinado.
En un sauté con una gota de aceite vegetal, preferiblemente girasol, cocinaremos el pollo a fuego máximo, con el aceite prácticamente a punto de humo, marcándolo bien por todos lados. Doraremos hasta que los jugos caramelizados comiencen a agarrarse en el fondo de la sartén.
Sacaremos y reservaremos el pollo, y en ese mismo aceite, rehogaremos durante unos segundos la cebolleta picada en juliana. Bajaremos el fuego al mínimo, y antes de que la cebolleta comience a dorarse, habiendo adquirido ya un aspecto transparente, nuevamente incorporaremos el pollo, seguido del marinado que habíamos reservado, volviendo a subir el fuego al máximo. Adicionalmente, verteremos un poco de agua fría con una cucharadita de maicena disuelta.
Ahora añadiremos cayena al gusto, pudiendo prescindir de ella si el picante no va mucho con nosotros. Dejaremos cocinar el pollo durante unos 30 minutos a fuego suave, preferiblemente con la tapa puesta, dejando que la salsa espese y caramelice. Hay quien en vez de sofreír el pollo, lo fríe directamente, pasándolo por una mezcla de dos medidas de harina de maíz por una de trigo, todo ello diluido en agua mineral, formando una especie de engrudo fluido como el de una orly.
Como sugerencia de presentación, recomiendo servirlo junto a un poco de arroz pilaf y cilantro espolvoreado por encima, o en caso de que no nos fascinara demasiado, un toque de cebollino. Generalmente, se consume como plato único, siempre y cuando esté guarnecido adecuadamente. Si quisiéramos enriquecerlo un poco más, agregaríamos un vaso de caldo de pollo para diluir la maicena, pudiéndose sustituirla por la misma cantidad de goma xantana. ¡Espesante natural!
¡Qué aproveche!
Puedes ver la receta así como otras muchas recetas tradicionales caseras en la web de La Receta de la Abuela.