La receta que traigo hoy es una de esas recetas tradicionales que hacen las abuelas y las mamás y que no nos gustaban nada cuando éramos pequeños… pero que ahora que somos más mayores echamos de menos cuando llevamos mucho tiempo sin probarlas.
Se trata de un potaje de garbanzos con bacalao y acelgas. Yo os traigo directamente la receta tal y cómo la prepara mi abuela, es más, la hemos preparado entre las dos, así que ha salido estupendísima. No os podéis hacer una idea de lo bien que olía la cocina y las ganas que tenía de hincarle el diente antes incluso de terminar de cocinarlos.
Este plato es típico de estas fechas, semana santa, pero al ser un plato contundente y caliente es perfecto para cualquier día de otoño-invierno en el que nos apetezca algo calentito para comer.
Potaje de garbanzos con bacalao y acelgas
Prep: 60 min Raciones: 4-6 Dificultad: Media
Ingredientes:
½ kg de garbanzos gordos (lechosos)
2 dientes de ajos grandes (enteros y sin pelar)
2-3 ramitas de perejil
2 hojas de laurel
1 tomate pelado entero
1 cebolla pequeña (entera y pelada)
2 pimientos choriceros pequeños o 1 grande
½ cucharadita de comino en polvo
4-5 cucharadas de aceite
400 gr de bacalao salado
100 gr de acelgas troceadasElaboración
En primer lugar, el día anterior a la elaboración de la receta se dejan el remojo los garbanzos. Mi abuela dice que lo mejor es ponerlos en remojo con agua de lluvia… pero el agua del grifo nos vale perfectamente
También ponemos en remojo el bacalao salado cortado en porciones de unos 4cm aproximadamente. Al bacalao se le puede cambiar el agua 2-3 veces para asegurarnos de que han perdido bastante cantidad de sal.
Ahora, al día siguiente, escurrimos los garbanzos y los ponemos en una olla a presión. Echamos agua hasta cubrir los garbanzos dos dedos por encima.
Añadimos los ajos, el perejil, el laurel, el tomate y la cebolla. Calentamos a fuego fuerte.
Vamos retirando la espumita que se va creando en la superficie con ayuda de una espumadera. Cuando rompa a hervir cerramos la olla a presión y cuando la válvula comience a dar vueltas contamos 20 minutos. Luego, apagamos el fuego y probamos los garbanzos para comprobar que están tiernos. Reservamos.
En un cazo pequeño ponemos el pimiento choricero con un vaso de agua (250 ml) a fuego medio. Cuando el agua rompe a hervir ya están listos. El objetivo es conseguir que estos pimientos que estaban secos se hidraten y estén blanditos.
El pimiento lo ponemos en un recipiente apto para usar la batidora (en mi caso el vaso que trae la batidora), y el agua con la que se han hervido los pimientos la añadimos a la olla en la que tenemos los garbanzos cocidos.
En el vaso de la batidora añadimos unas 3 cucharadas de garbanzos, el comino y 1 taza (240ml) del caldo de la misma olla de los garbanzos. Batimos bien con la batidora y obtendremos una salsa más o menos espesita de color oscuro. Vertemos esta salsa en nuestra olla con los garbanzos.
Nota:
El motivo por el que se añaden garbanzos al vaso de la batidora es para facilitar que los pimientos se troceen bien al tener otro ingrediente más cremoso con el que combinarse. Mi abuela dice que también podría utilizarse harina o incluso una patata pequeña cocida, pero que así es como ella lo ha hecho siempre.
A parte, ponemos a fuego medio-fuerte en una sartén las 4-5 cucharadas de aceite. Escurrimos las porciones de bacalao apretándolas con la mano y las freímos en la sartén. Cuando el bacalao ya esté listo lo incorporamos, junto con el aceite, a la olla con los garbanzos.
Ahora, ponemos al fuego nuevamente la olla con los garbanzos. Mantenemos a fuego medio y removemos de vez en cuando. Comprobamos cómo está de sal y añadimos un poco más si es necesario (dependerá de la cantidad de sal que aún tuviese el bacalao)
Añadimos las acelgas troceadas (también pueden ser acelgas congeladas y se echarían directamente en la olla de los garbanzos). Mantenemos a fuego medio.
Cuando el caldo de los garbanzos se haya reducido un poco (este proceso nos llevará unos 20-30 minutos) ya podemos apagar el fuego y servir.