El otro día entré en un "garden" con la intención de dar una vuelta, pasar la tarde y recrearme viendo plantas y flores. No tenía intención de comprar nada, pero ya se sabe que cuando ves tanta variedad de plantas es difícil resistirse a la tentación de comprar alguna. Total, que salí de la tienda con tres macetas de albahaca. No eran caras, pero tres eran muchas y decidí sacrificar una. Sin llegar a pelarla, cogí unas cuantas hojas y entré en la cocina dispuesta a hacer una salsa pesto para usarla como acompañamiento de cualquier tipo de pasta o de una simple ensalada de tomate.
La salsa pesto, originaria de la Liguria italiana, se caracteriza por el color verde que le da la albahaca. Los demás ingredientes son un buen aceite de oliva, unos piñones, ajo y queso parmesano o pecorino. Pero el color dominante es el verde, el color por excelencia de la Naturaleza, que representa la armonía, el equilibrio, la frescura, que relaja y al que se le atribuyen propiedades curativas. El verde es anuncio de vida nueva. Es el color de la primavera. He leído no sé dónde que, puestos a destacar un aspecto negativo del verde, es que es un color que caracteriza el egoísmo, la envidia. Para que nadie tenga envidia de mi pesto hago pública esta receta.
RECETA
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INGREDIENTES
50 g de albahaca fresca.
60 g de queso parmesano rallado.
50 g de piñones.
1 diente de ajo (sin el germen)
160 ml de aceite de oliva.
Sal (opcional)
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PREPARACIÓN
Lavar y secar bien las hojas de albahaca.
Triturar los piñones, el diente de ajo, la albahaca e ir añadiendo el aceite en forma de hilo sin dejar de batir.
Retirar de la batidora y mezclar el queso rallado.
Rectificar de sal si fuera necesario.
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CONSEJO
Esta salsa pesto puede congelarse para ser usada posteriormente.