Ingredientes:
1 kg. de mejillones,
1 vaso de vino blanco,
perejil fresco,
1 cebolla,
1 cucharada de maicena,
1 litro de leche semidesnatada,
cúrcuma y pimentón ahumado,
sal y aceite,
quinoa tricolor.
Empezamos limpiando bien las cáscaras de los mejillones y desechando los que no estén vivos.
En una cazuela ponemos el vino y los mejillones. Añadimos unos cascos de cebolla y unas ramas de perejil y cerramos para que vayan cocinándose prácticamente al vapor.
Cuando los mejillones estén abiertos, no hay que esperar a que se recuezan, los vamos sacando de sus valvas y quitándoles los pelos si los tuvieran. Colamos el agua de la cazuela y conservamos en ella los mejillones para que no se resequen.
En una sartén amplia y honda ponemos tres cucharadas de aceite suave y pochamos la cebolla muy picadita. Añadimos la cucharadita de maicena y, cuando vaya cogiendo color, agregamos el caldo de los mejillones y el litro de leche. Removemos para que no nos queden grumos. Ponemos una pizca de sal, un poco de pimentón y algo de cúrcuma y removemos hasta que todos los ingredientes estén bien integrados.
Cocemos la quinoa, yo la he puesto tricolor pero la normal también sirve, como nos indique el fabricante en el envase y reservamos.
Agregamos los mejillones limpios a la sartén, probamos de sal y rectificamos si es necesario.
Emplatamos poniendo un par de cazos de sopa de mejillones en cada plato, dos cucharadas de quinoa en una esquina y espolvoreamos con perejil muy picadito.
Servimos bien caliente, y a disfrutar!