No hace falta que os diga que las tartas de queso son mis favoritas. Por eso intento probarlas todas, aunque sólo me quede en el intento, porque es increíble la cantidad de recetas que existen sobre ellas.
Pero nunca había oído hablar de una tarta de queso japonesa.
Así que rauda me fui al Señor Google, que todo lo sabe, y busqué información.
Resulta que esta tarta tiene su origen en Osaka. Así que me fui a buscar Osaka también, y aprendí que es la tercera ciudad más grande de Japón.
Bueno, pues aquí resulta que un pastelero llamado Uncle Rikuro lleva 27 años preparando este pastel y que es famoso en toda la ciudad por la calidad de su producto, tanto que la gente hace largas colas sólo para poder llevarse uno a casa. Lo más curioso es que cuando un pastel está listo tocan la campana. Así anuncian a sus clientes que una nueva tarta está en el mercado.
Así que decidí ponerme el delantal y convertirme por un rato en Uncle Rikuro. Esas largas colas de espera debían ser por una buena razón y yo estaba a punto de averiguarlo.
Seguí la receta del blog Mis recetas dulces y saladas, apuesta segura para llegar al éxito, y en poco tiempo conseguí crear un postre que a simple vista no me decía mucho. Pero como no hay que juzgar según las apariencias, decidí conocer el interior como se debe hacer: hinqué la cuchara bien dentro y me la llevé a la boca.
Mmmmmmm!!!
Descubrí una tarta esponjosa, suave, tierna y con un sabor a limón riquísimo. No hacía falta acompañarla con nada más, sola era suficiente. Llamé a mi madre corriendo y le conté sobre ella. Quedamos en que tan pronto nos volviéramos a ver la prepararíamos.
Y así fue. Hace una semana llegué a Valencia y esta tarde por fin la pudimos preparar juntas.
¡Qué gusto volverla a hacer! Pero lo que realmente disfruté fue poder preparársela a ella.
Ingredientes:
250 gr. de queso Philadelphia
50 ml. de leche entera
30 gr. de harina de espelta
80 gr. de azúcar blanca (30 gr. de ellas irán para las claras montadas)
3 huevos (yemas y claras separadas)
1 cucharadita de levadura
1/2 zumo exprimido de limón
Elaboración:
Lo primero que haremos será preparar el horno para el baño maría. Encendemos a 170 º y llenamos hasta la mitad de agua una fuente de horno donde dentro vayamos a meter el molde con nuestro pastel. Calor sólo abajo. Dejamos que caliente el agua.
En un cuenco ponemos los 50 gr. de azúcar, la leche, la harina, la levadura, el zumo del medio limón, las yemas y el queso Philadelphia y batimos todo bien con la batidora. En otro recipiente montamos las claras y cuando estén casi le añadimos el resto de azúcar. Cuando estén listas, las añadimos suavemente al otro cuenco e integramos con movimientos envolventes. Ayudaos con una espátula de silicona.
Preparamos nuestro molde forrándolo con papel de horno. Yo usé uno para plum cakes. Vertemos la mezcla y metemos al horno. A diferencia de la receta original yo tuve que tenerla más tiempo horneándose ya que con 25 minutos no me fue suficiente.
Os cuento. Metí la tarta a una hora en punto y sobre a y media aún no estaba cocida, así que le puse calor también arriba para que ayudara y subí la temperatura a 200 º. Siempre vigilándola, Cuando ví que estaba doradita por arriba desenchufé el calor arriba, bajé a 180º y la dejé hasta que pasaron unos 45-50 minutos, que fue cuando metí el tenedor y ya estaba cocida. Apagué el fuego y la dejé hasta que pasó la hora y la saqué. Cada horno es un mundo, así que debéis de estar pendientes ya que mejor que vosotros no lo conoce nadie.
Dejamos enfriar a temperatura ambiente. No so preocupéis si veis que baja, es normal. La metemos en la nevera y dejamos enfriar. A la hora de servir, podéis hacerlo con un poco de mermelada, con azúcar glass espoloverada o sin nada. Yo la encontré tan buena que me la comía sola.