Es increíble que sólo quede una semana para que comience noviembre y de ahí a estrenar 2020 hay sólo un paso.
Octubre suele ser un visto y no visto porque es un mes de mucho trabajo para mí, por eso estoy tan ausente de mi cocina, las vuestras y redes sociales. Pero tengo la sensación de que el calendario corre más rápido con cada año que termina.
La semana pasada, entre liquidación y liquidación de impuestos, estuve dándole vueltas a la cabeza sobre la entrada de hoy ¿sería demasiado pronto para las recetas de Halloween? ¿publicar el mismo día 31 sería demasiado tarde?
En esas andaba yo cuando saqué un ratillo para ver qué novedades había en la blogosfera y me topé con recetas para navidad así que decidí que cualquier jueves de octubre iba a ser bueno para esta receta.
En realidad es una tarta que podéis preparar cuando se os antoje, que de Halloween no tiene más que la apariencia gracias a este molde de calabaza tan cuqui que aunque fue un flechazo os aseguro que tardé bastante tiempo en llevármelo a casa pero al final se vino porque siempre me ponía ojitos (literalmente ji ji ji)
Con que tengáis calabaza asada en el congelador es más que suficiente aunque ya os digo yo que en esta época es cuando mejor sabe ¡yo es que soy así de metódica y me gusta comer calabaza en otoño y no en mayo!
Sé que Halloween tiene sus defensores y sus detractores. Yo estoy totalmente en contra de que eclipse nuestras tradiciones en torno a la festividad de Todos los Santos. Me horroriza pensar que con el paso de los años pueda caer incluso en el olvido por traer "modas" más atractivas a los ojos de las nuevas generaciones.
Por otro lado soy una enamorada total de parte de la estética y el ambiente de esta celebración con orígenes tan antiguos que los norteamericanos han sabido explotar y popularizar tan bien.
Y digo "de parte de la estética" porque no comulgo con el mal gusto ni lo gore, especialmente en lo que a comida se refiere. Me gusta ver los blogs repletos de calabazas, fantasmas, arañas, momias... todo lo que sean recetas simpáticas son bienvenidas pero si veo mucha sangre, casquería, miembros amputados...ya puede ser la receta más rica del mundo que difícilmente me decida a probarla, mucho menos a hacerla en casa.
Lo que me tiene fascinadita aparte de las tonalidades, cosa lógica porque son otoño en estado puro, es encontrarme con calabazas por doquier. Con gusto tendría mi casa llena de calabazas todo el año y todos los accesorios serían de calabaza aún a riesgo de parecer una loca (incluso las niñas tienen varias calabazas de juguete ¡me las estoy llevando a mi lado oscuro!)
Creo que a Lara no le importaría. Ella, fiel seguidora de mamá, dice que el otoño le gusta mucho y le encanta meter las manos en las cosas de atrezzo que utilizo para las fotos.
La tarta le encantó, por la forma y los colores. Probarla fue más complicado. Ni siquiera se animó diciéndole que tenía chocolate. Ella decía que era de calabaza y que no le gustaba. Y lo decía por la forma, no porque hubiera visto los ingredientes. Además, gracias a su amiga Peppa (Pig, nota imprescindible para los que no tenéis niños a vuestro alrededor) sabe que con las calabazas se hacen tartas. Así que una batalla perdida de antemano.
Lo bueno del postre es que se hace en un suspiro. Lo peor es tener que esperar a que termine de cuajar, pero preparándola la noche de antes pasamos la mayor parte del tiempo durmiendo y es más llevadero.
Los que me seguís hace tiempo sabéis de mi gusto por las tartas de queso y últimamente no me prodigo demasiado con ellas. Soy muy fan de las horneadas aunque últimamente se están colando algunas sin horno e incluso presentadas en vasitos porque me parecen la mar de cómodas.
Hace unas semanas, cuando publiqué la mousse de calabaza y chocolate os comentaba que casi nunca había comido la calabaza "en crudo" o en postre sin hornear o cocinar. Como la experiencia fue buena el siguiente paso ha sido esta tarta y os aseguro que seguiré experimentando.
El resultado es fantástico. Si combino queso, calabaza, canela y chocolate la apuesta es casi segura y mucho se debían torcer las cosas para que no me gustase.
Me ha gustado que la tarta tenga dos texturas. No sólo a simple vista se notan las dos elaboraciones. La parte del cacao ha quedado más firme, la parte a la que sólo le añadí calabaza ha quedado más cremosa. Como están muy combinadas no ha sido problema a la hora de desmoldar ni partir, pero si queréis que la textura sea idéntica tendréis que añadir una cucharadita de maicena junto con la canela. Creo que con eso será suficiente.
En cuanto al dulzor he sido muy minimalista. Se ha quedado justo en el límite. Para mí estaba bien. Pero sé que mi marido esperaba más. Porque se lanzó muy feliz a zamparse su trozo pero la cara le cambió. Le preguntaba pero sólo decía "está bien" o "no es el mejor de los postres que has hecho" y sé que es porque se esperaba un postre más dulzón, empalagoso... más a lo de siempre que acabas saturado de azúcar.
Vosotros tendréis que ajustarlo a los gustos de vuestra casa, usar algún edulcorante...
El queso lo podéis sustituir por queso de untar, mascarpone... cualquier queso cremoso os irá bien. A mí me gusta el quark porque no aporta muchas calorías aunque tiene un "pequeño problema" y es que las elaboraciones con este queso sueltan mucho suero.
El yogur estaba empadronado en el frigorífico, pero lo podéis sustituir por cualquier yogur que tengáis en casa o por más queso o nata (crema de leche) de montar. Como siempre os traigo una receta bastante versátil a la hora de prepararla en casa.
Espero que os animéis a prepararla. cualquier molde que tengáis en casa irá de perlas, y cualquier día será una ocasión perfecta para disfrutar de esta tarta con un producto tan de temporada como es la calabaza porque al chocolate no hay quién se resista!
Y ahora sí que sí ¿truco o trato? y os sirvo un buen pedazo
Ingredientes:
* 500 gramos de queso quark (queso fresco batido)
* 500 ml de leche evaporada
* 400 gramos de calabaza asada
* 150 gramos de yogur natural (yo usé Skyr)
* 2 cucharaditas de caramelo líquido
* 120 gramos de azúcar
* 100 ml de leche
* 3 sobres de preparado para cuajada
* 2 cucharaditas de canela en polvo
* 30 gramos de cacao en polvo sin azúcares añadidos
* Colorante naranja (opcional)
Elaboración:
1. En la jarra de la batidora ponemos el queso, la leche evaporada, la calabaza asada, el azúcar y el caramelo líquido y batimos hasta obtener una mezcla cremosa y sin grumos.
2. La vertemos en una cacerola y la ponemos a fuego medio-bajo removiendo de vez en cuando.
3. Mientras en un vaso ponemos la leche y desleímos los sobres de preparado para cuajada. Reservamos.
4. Cuando la mezcla de la cazuela esté a punto de romper a hervir retiramos del fuego, añadimos la leche con el preparado de cuajada disuelto, removemos bien y volvemos a poner al fuego durante unos cinco minutos removiendo de vez en cuando.
5. Apartamos del fuego y vertemos la mitad de la mezcla aproximadamente en un bol. A una de las mitades añadimos la canela y a la otra el cacao en polvo y removemos bien.
6. Con ayuda de dos cucharas de helados vamos echando de manera alterna las masas en el molde elegido. Cuando acabemos podemos hacer remolinos con ayuda de un palillo de dientes para que se mezclen mejor ¡pero sólo si la masa no está cuajando ya!
7. Dejamos enfriar por completo, tapamos con film transparente y guardamos en la nevera hasta que haya cuajado totalmente o mejor de un día para otro.
8. Desmoldamos antes de servir.
Si el tono de nuestra mezcla no fuera lo suficientemente naranja podemos utilizar un poquito de colorante naranja para darle el tono que más nos guste. Es algo meramente estético y completamente opcional.
Si tenemos la calabaza asada en menos de media hora tendremos esta tarta lista para dejar enfriar y que cuaje.
Al igual que sucede con todas las tartas de queso está mejor de un día para otro y va ganando en sabor y en textura a medida que pasan los días.
El tema lo sacamos a relucir todos los años, pero con el paso del tiempo los gustos también cambian, así que si os apetece contadme qué hacéis vosotros en estas fechas, si habéis sucumbido por devoción o por obligación (a raíz de la guardería o el colegio de los hijos/nietos) a esta fiesta... ¡lo que queráis! ¡soy toda oídos!
Yo este año estoy bastante perdida porque no sé qué se hace en el colegio de Lara. Parece mentira que lleve 12 años trabajando en el mismo lugar y el colegio esté pared con pared con mi oficina ¡soy incapaz de recordar si los niños otros años han venido o no disfrazados el día 31!
Quiero creer que si no los recuerdo disfrazados será porque aquí no se celebra nada y on tengo nada previsto para el disfraz de Lara. Tampoco quiero preguntar, sólo confío en que avisen con un poco de margen de tiempo para poder preparar algo.
En la guardería de Elena sí que van los niños que quieran disfrazados y si no se pone malita es posible que veamos una brujita la mar de guapa. Como aún falta una semana no sabemos qué puede ocurrir.
Y en casa, fuera de algún postre que preparo para el blog tampoco se hace nada especial por el momento ya que las niñas son muy chicas. Ya pedirán en años venideros.
Esta semana estoy poniéndome al día poco a poco con las visitas a vuestras cocinas. Gracias por seguir pasando por aquí y por vuestros comentarios cargados de cariño ¡así da gusto!
Nos vemos la semana próxima ¡sed felices!
Manos a la masa y ¡bon appétit!