"En el mismo instante en que ése sorbo de té mezclado con sabor a pastel tocó mi paladar...el recuerdo se hizo presente. Era el mismo sabor de aquella magdalena que mi tía me daba los sábados por la mañana. Tan pronto como reconocí los sabores....apareció la casa gris y su fachada. Y con la casa, la ciudad, la plaza..." (Por el camino de Swann. Marcel Proust Paris 1871-1922)
Cada persona esconde en su interior su particular magdalena proustiana, ése inexplicable momento en que un aroma, un sabor, nos trae a la memoria ésos recónditos momentos vividos, a veces olvidados, escondidos en lo más profundo de nuestro ser; en ésa biblioteca atestada de minutos, horas y dias impresos en nuestra mente.
Recuerdos que de repente, sin previo aviso, nos llega de forma inconsciente rescatados simplemente por un olor o un sabor y que nos transporta a un momento concreto de nuestra vida.
Quienes siguen "Mi Cocina", quienes tienen la paciencia de leer mis largas introducciones a muchas recetas, saben que éstas son fieles relatos de mi propia vida, de mis recuerdos rescatados de ésa memoria que florece gracias a mi gran "magdalena proustiana" de la que echo mano para escribir y publicar éste blog, éste libro bitácora en que se ha convirtiendo con el paso de los años.
Quizás por todo ello, hace unos días, mi marido me indicó: vamos a ver una película que sé que te va a encantar, por muchos motivos. Y con todo el sacrificio del mundo (debo darle las gracias por su enorme y generosa paciencia que posee hacia mi, por ésa pasión por la gastronomía), vimos el film "UNA RECETA FAMILIAR".
Su trama y sus personajes me hicieron viajar a través de la cocina asiática que tanto, tanto me gusta; me hizo volver a Oriente de la mano de su protagonista, un joven llamado Masato, cocinero de Ramen en un local familiar en el que trabajaba junto a su tío y su padre.
Al morir éste, decida abandonar el restaurante ubicado en Japón y viajar a Singapur para encontrar los orígenes de su madre (quien falleció siendo él un niño) y los secretos de su padre.
Intenta, siguiendo sus instintos, sus recuerdos lejanos y las pistas del diario de su madre, volver a recuperar sus raíces. De Japón a Singapur viaja con la esperanza de reconstruir la historia de su vida y su familia, china y japonesa; lo hace con la ayuda de Miki, una bloguera de comida japonesa que le acompaña a reencontrarse con su pasado y que irá recomponiendo las tradiciones familiares a través de su pasión por la cocina, por los aromas y sabores de su niñez.
Las emotivas imágenes donde la gastronomía, el amor puesto en un receta perdida en el recuerdo, los sabores inéditos y la pasión por encontrar aquella receta tradicional familiar, sinceramente me cautivaron y me motivaron a prepararla, a descubrir ése plato llamado Bak Kut Teh.
El Bak Kut Teh es una de los platos más populares no sólo de Singapur donde tiene su origen, también en China, Malasia y Taiwan.
Literalmente Bak Kut significa "Costilla de Cerdo" y Teh es té. El nombre viene por la costumbre de que después de comerse un plato de bak kut, es costumbre tomarse una taza de té chino.
He podido leer que su origen se remonta a los años 30 del siglo pasado. Influenciados por los cocineros chinos, emigrantes en Singapur, comenzó a prepararse en las zonas del puerto, entre pescadores y trabajadores que no podían permitirse pagar el costo de la carne de cerdo y comenzaron a preparar los caldos con los propios huesos del animal, concretamente las costillas, que mezclaban con especias, hierbas aromáticas y medicinales a fin de aportarle más sabor al caldo.
En "Una receta familiar" el protagonista aprende de la mano de su abuela a hacer el perfecto bak kut teh (que por cierto requiere de una larguísima cocción, horas y horas) y yo observando, mirando con detenimiento las secuencias, deliciosamente rodadas, he intentado realizar.
Por su sencillez, por su delicado aroma, su intenso y sorprendente sabor, el bak kut teh será un clásico en "Mi Cocina" sin lugar a dudas. ¿Se animan a prepararlo?
¿CÓMO LO HICE?
INGREDIENTES:
1 kg. de costillas de cerdo, dos litros y medio de agua, una cucharada sopera de azúcar moreno, una cucharada sopera de sal, una rama de canela, siete granos de pimienta negra, seis clavos de olor, dos piezas de anis estrellado, una cabeza de ajos, un trozo de jengibre fresco y medio vaso de salsa de soja.
NOTA INFORMATIVA: La cocción de ésta tradicional sopa oriental, según la receta original se realiza durante diez o doce horas; personalmente he usado "olla express" para acortar lógicamente los tiempos y debido al resultado que obtuve en dos horas, para mi gusto fue suficiente, al comprobar que la carne estaba super tierna, la densidad que obtuve del caldo era la adecuada y el sabor, el aroma era espectacular.
LOS PASOS A SEGUIR:
Enjuagar bien la carne a fin de que suelte la sangre que pudiera traer del corte del carnicero. Quitar la capa de piel a la cabeza de ajo y pelar el jengibre.
Echar el agua en la cacerola e incorporar las costillas junto con la cabeza de ajos entera y llevar a ebullición, retirando la espuma tantas veces como sea necesario.
Una vez el caldo limpio de impurezas, añadir las especias, tapar la olla y dejar cocer durante dos horas aproximadamente. Pasando éste tiempo, retirar del fuego y comprobar que la carne esté tierna.
Pasar las costillas a otra cacerola e incorporar el caldo colándolo previamente a fin de desechar el resto de los ingredientes. (Es costumbre oriental dejar los ajos para consumirlos, en mi caso los he desestimado por no ser del agrado de mis comensales).
Servir el caldo con las costillas, tal cual......
Si gustan acompañar con fideos orientales, bien cocidos en el caldo o en un recipiente aparte (aconsejo ésto último) incorporándolos en el tazón poco a poco a gusto del comensal.
En "Mi Cocina" prefieren los fideos de arroz, ya que éstos no cambian ni ocultan el sabor del caldo, el verdadero "tesoro" del bak kuk teh que son los deliciosos aromas y sabores que aportan las especias.
¡¡ Buen provecho !!