Me apetece cocinar, me apetece repostear, me apetece salir a la calle, cambiarlo todo de sitio en casa...
Es un chute de energía después del sopor del verano.
La temperatura, los colores, la luz, los olores, los frutos ¡todo me parece la mar de inspirador!
Los fines de semana me encanta levantarme temprano, encender el horno y preparar bizcochos o muffins.
Así cuando Lara se levanta llega corriendo a la cocina gritando ¡qué bien huele mamá!
Pero han de esperar pacientemente a que mamá haga un hueco para la sesión de fotos, lo que le cuesta más al padre que a las propias niñas que de momento salen corriendo y se ponen a jugar o a ver Peppa en la tele y se olvidan de mí y de todo.
Siempre me gusta tener bizcocho o muffins caseros para desayunar. Empiezo la mañana de otra manera.
El que os traigo hoy surgió de las ganas de experimentar y combinar cosas que tenía en casa y a las que había que dar salida.
Quedó un bizcocho con un sabor de lo más otoñal (e irresistible, todo sea dicho)
Ya sabéis de mi gusto por experimentar en la cocina y aunque en este caso el riesgo era prácticamente nulo porque con la calabaza en una masa el éxito está asegurado, la combinación de ingredientes me parecía novedosa y si me apuráis hasta un poco extraña.
Pero el resultado nos gustó y el bizcocho duró un suspiro.
Hace dos años que esta receta estaba en borradores y el otro día, haciendo un barrido rápido de recetas la encontré y me pareció el momento ideal para publicarla.
No es el mejor bizcocho del mundo, pero merece la pena probarlo y dar salida a las manzanas que se están arrugando o a esa calabaza con la que no sabemos muy bien qué hacer.
Además me encantan los bizcochos con costra. Igual no es lo más saludable del mundo, pero digo yo que en pequeñas cantidades hay cosas que no matan.
Ese olorcito de la costra de azúcar y canela al hornearse es absolutamente irresistible, al menos para mí, así que suelo caer en la tentación de ponerla, sobre todo en los bizcochos que horneo en otoño.
La textura es tremendamente jugosa y tierna.
La combinación calabaza & manzana es brutal en lo que a textura y sabor se refiere, y junto con las nueces hacen un trío la mar de interesante.
Además se conserva estupendamente. No pierde jugosidad y se mantiene como recién horneado.
Al llevar fruta fresca necesita frío, pero bien merece ese hueco en el frigorífico.
Y como está tan rico desaparece rebanada a rebanada en un abrir y cerrar de ojos.
Espero que os animéis con él ¡no os va a defraudar!
¿Alguien se anima a compartir un café y un trozo?
Ingredientes:
* 420 gramos de puré de calabaza
* 4 manzanas
* 125 gramos de azúcar
* 3 huevos
* 100 ml de aceite de oliva virgen extra (AOVE)
* 250 gramos de harina para repostería
* 1 cucharada generosa de canela
* 2 sobres de gaseosillas completos (dos blancos y dos azules o morados según la marca)
* 100 gramos de nueces (peso una vez peladas)
* 1 cucharadita de harina
* 1 cucharada de azúcar y una de canela para la costra (opcional)
Elaboración:
1. En un bol ponemos el puré de calabaza, junto con el azúcar, el AOVE y los huevos y batimos hasta obtener una mezcla homogénea.
2. Añadimos los sobres de gaseosillas y la canela y mezclamos. La masa se esponjará.
3. Incorporamos la harina y volvemos a batir.
4. Pelamos las manzanas, les quitamos el corazón y las partimos en daditos.
5. Las añadimos a la masa y repartimos bien con ayuda de una espátula.
6. Por último ponemos las nueces peladas en un bol, añadimos una cucharada de harina y mezclamos bien.
7. Las vertemos en la masa y repartimos bien.
8. Forramos nuestro molde con un papel de hornear o bien pincelamos con mantequilla o spray y vertemos la mezcla en él. Damos un par de golpes secos para nivelarla y que salga cualquier bolsa de aire que pueda haber dentro.
9. En otro bol mezclamos una cucharada de azúcar y una de canela y espolvoreamos la supercie de la masa del bizcocho.
10. Introducimos en el horno precalentado a 180º C y horneamos durante 45 minutos o hasta que al pinchar con un palillo de madera en el centro este salga limpio.
11. Apagamos el horno, dejamos con la puerta entreabierta unos diez minutos y a continuación pasamos a una rejilla y esperamos hasta que se haya enfriado para desmoldar.
Si hemos forrado el molde con un papel podremos desmoldar antes ¡pero con mucho cuidado! El bizcocho es tremendamente húmedo y por tanto muy frágil así que mucho cuidado o acabará partido.
Para conservarlo lo mejor es envolverlo en film transparente y guardarlo en la nevera. Al llevar fruta fresca es un riesgo tremendo dejarlo fuera.
Esta semana no me da tiempo a más. La vida se nos ha complicado, pero os contaré más adelante. Que nadie se alarme que estamos todos sanos, que es lo importante, pero se han cruzado algunos imprevistos en el camino.
Siento mi ausencia de vuestras cocinas, espero remediarlo en pocos días.
Manos a la masa y ¡bon appétit!